Capítulo 10: En Walmart puedes encontrar cosas exóticas

Start from the beginning
                                    

A mi fiesta.

El chico me entregó una invitación y yo estaba bastante lejos de él. Abrí la envoltura y dentro en la terrible letra de Ian, había una nota. ¿Un chapuzón de media noche con tu no–tan–príncipe–encantador? Hora: ya.

¿Debería ir? Papá había salido con su amiga y probablemente no regresaría hasta antes de que yo despertara. No estaba cansada, y tampoco tenía muchas ganas de concentrarme en mis responsabilidades, así que me puse el traje de baño bajo la ropa y me fui.

Mi carro decidió ser estúpido y se descompuso en medio del camino. Afortunadamente, el camino hacia la casa de Ian no era tan concurrido como el resto de la ciudad, porque si lo hubiera sido, ya hubiera sido golpeada por otro carro.

Suspiré, apagué el motor para ahorrar gasolina y descansé la cabeza en el volante. Esto quería decir que tendría que llevarlo a reparar lo que también quiere decir que estaré sin auto. Quiero decir, normalmente viajo con Luke, pero el hecho de que no estará en la entrada de la casa cuando lo necesita me vuelve loca. ¿Ves el punto?

Mi primer pensamiento fue llamar a Luke, pero entonces se preguntaría por qué yo estaría conduciendo a esta hora de la noche (¿mañana?). Lo que llevaría a preguntas, lo que me llevaría a mí a decirle que iría a ver a Ian. Esa no era una conversación que quisiera tener.

Y por la misma razón, no podía llamar a mi padre. Así que llamé a Ian. Tenía sentido, ¿no?

Respondió al segundo tono. –¿Me estás abandonando, Charlotte?

–Nop, de hecho, estoy en medio de una situación.

–¿Qué clase de situación?

–Una situación de mi–auto–se–descompuso.

–¿Dónde estás?

–Creo que en Verona Boulevard, pero está oscuro así que no estoy muy segura.

Escuché a Ian suspirar. –Estaré ahí. No te muevas.

–No planeaba hacerlo. Espera, ¿qué hay de mi auto?

–Haré que una grúa lo recoja.

Terminó la llamada y me sentí a esperar por alrededor de cinco minutos hasta que vi las luces de un carro. Encendí las mías por si no me podía ver. Ian se bajó en cuanto su auto se detuvo. Vestía una camiseta suelta pero aun así podía ver la forma de su pecho y estómago definido.

Se acercó a mí y me arrastró hacia él. –¿Estás bien?

Le devolví el abrazo. –Estoy bien. Sin embargo, no creo poder decir lo mismo de mi auto.

–Lo arreglaremos, pero por ahora, ¡vamos a nadar!

Condujo alejándose, mi auto lentamente alejándose de mí. –Entonces, ¿cuántas personas irán a esta fiesta.

–Dos.

–¿Dos? ¿Aparte de nosotros?

–Nop, es una fiesta privada. Solo tú y yo, gatita.

Me sentí un poco insegura, pero sabía que él no haría nada con lo que yo no estuviera de acuerdo. No era esa clase de persona. Pero la última vez que estuve en la casa de Ian, no terminó nada bien. De hecho, fue horrible. Pero me sentía un poco mejor sabiendo que seríamos solo nosotros dos.

–Oh, qué alegría.

–No seas así, nena. Eres una chica muy afortunada.

–Oh, ¿lo soy?

–Claro. No hay mucha gente que pueda nadar en mi piscina temperada.

–¿Cuántas veces has llevado a una chica a nada?

The Last Virgin Standing / Tiffany HuynhWhere stories live. Discover now