𝗕𝗔𝗝𝗢 𝗖𝗢𝗥𝗥𝗘𝗖𝗜Ó𝗡, 𝗟𝗢𝗦 𝗖𝗔𝗣𝗦 𝗖𝗢𝗡 𝗡Ú𝗠𝗘𝗥𝗢𝗦 𝗬𝗔 𝗘𝗦𝗧Á𝗦 𝗥𝗘𝗩𝗜𝗦𝗔𝗗𝗢𝗦
Todo el mundo mágico conoce la historia del niño que vivió. Claro, de Harry J. Potter. Sin embargo, casi nadie (por no decir nadie) sabe de su hermana...
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"living with muggles"
-¡ARRIBA! ¡DESPIERTEN! ¡AHORA!
Lily Potter abrió los ojos con un sólo pensamiento en la cabeza, lo maravilloso que era despertar una mañana más en aquella casa por nadie más ni nadie menos que la queridísima tía Petunia. (nótese el sarcasmo, por favor)
-¡DIJE AHORA!
Ella se incorporó con mucha, demasiada, pereza y sacudió el hombro de su hermano, quíen para su increíble suerte, aún seguía dormido. Harry Potter era de aquellas personas que tenían el sueño más pesado del planeta por lo que Lily sabía que simples gritos de la tía Petunia o sacudidas en el hombro no lograrían despertarlo.
Era hora de la artillería pesada.
Lily con su usual sonrisa maliciosa caminó a donde tenía uno de los pocos libros que los Dursley le dejaban tener. Era un libro enorme y pesado de Historia y ella sin preocupación alguna lo abrió para cerrarlo con toda la fuerza que tenía.
El efecto fue instantáneo, Harry abrió los ojos con pánico, saltó de la cama para aterrizar en el frío suelo para después mirar a su hermana se forma acusadora.
-Buenos días, hermanito.-le dijo Lily dejando el libro en el estante. Harry, con dificultad se levantó y la fulminó con la mirada.
-Un "levántate Harry" hubiera sido suficiente.
-Oh,-dijo ella sonriendo aún.-¿Es que no me oíste?
Harry rodó los ojos y se sentó en su cama para poder despertar del todo. Lily en cambio se direccionó a la cocina donde el infierno, como ella le decía a su vida, iba a comenzar.
En la cocina ya estaban los tres responsables de que la vida de Lily y Harry fueran de todo menos dignas. Su tío Vernon leía el periódico sin hacer caso a nada, su tía Petunia estaba en la estufa cocinando algo de pinta nada apetecible y su odioso y regordete primo Dudley estaba comiendo (atacando) el desayuno sin cuidado alguno. Lily esperaba que en una de esas su primo al fin se ahogara.
-¿Que esperas niña? Mi café, traelo ¡ahora!-el grito de su tío la sacó de sus pensamiento s homicidas y con la sonrisa más falsa del mundo lo miró.
-Si tío Vernon-responde la niña mientras camina con drección a la cafetera. Harry, que apenas puso un pie en la cocina, fue regañado por tía Petunia por algo que no logró entender. Hizo caso omiso a los gritos y sirvió dos tazas de café con una mueca por la pesada cafetera.
Harry se sienta en un pequeño banco a desayunar lo que parece ser los restos del desayuno de Dudley y Lily rueda los ojos de disgusto. Cuando los tres se van, los mellizos quedan solos y Lily se para de un brinco.
-Hora del desayuno-dijo la niña con una sonrisa.
Lily había aprendido a cocinar a falta de que alguien cocinara para ella. Sus padres habían muerto en un accidente automovilístico cuando ellos tenían un año y quedaron bajo el cuidado de sus tíos desde entonces. Lo que realmente no entendía ninguno de ellos era el porqué de la actitud agria y odiosa de sus familiares a ellos. Lily a veces pensaba que entre su madre y la tía Petunia no había una buena relación, porque si no era así, la pequeña niña de diez años no encontraba más razones de que fueran odiados por sus tíos.
