Ella sí murió.

—No te tengo miedo —escupió mi madre furiosa.

—Si eso dices... —se cruzó de brazos.

—No, no te temo ni a ti, ni a nadie, escoria pobre, intentas quitarme todo lo que he trabajado para mis hijos ya que tú nunca conseguiste nada ¡oportunista barata!

Mi madre no terminó de hablar cuando la mano de Vera viajó directamente a su rostro, dejando su mejilla marcada y su labio roto. Ella gritó horrorizada, al igual que Mila, pero yo no pude moverme de mi sitio. Vera gritaba peligro por cada fibra de su ser y eso evitaba que me acercara si quiera a defender a mi madre.

O tal vez, muy dentro de mí, sabía que lo merecía.

—No lo hice hace muchos años por respeto y amor a su hijo, pero ahora que veo que es una misma escoria al igual que usted, nada me detiene —ladró mi ex más que furiosa y asqueada.

—¡Eres una cualquiera! —chilló mamá completamente horrorizada ante la bofetada de Vera—. ¿¡Cómo te atreves a ponerme una mano encima!?

—Así como lo haré de nuevo si no cierras la maldita boca —escupió molesta y su mirada viajó a mí un segundo para luego volver hacia mi madre—. Espero te prepares con todo lo que tienes, porque te juro, por la tumba de mis padres y la de tu difunto esposo que he regresado y es para recuperar todo lo que perdí gracias a ustedes.

Dicho eso, salió de la casa como alma que llevaba el diablo y yo totalmente hipnotizado por su exótica belleza, corrí tras ella ignorando a mi esposa y madre. Está demás decir que no fue mi mejor decisión.

—¡Christian! —chilló Mila, más no me importó. Solo éramos ella y yo ahora, tenía que ser así.

Tenía que ser así porque ella se fue y me hizo creer durante mucho tiempo que había muerto. Me había hecho sufrir y desear la muerte, porque juraba que había fallecido por mi culpa. No podía regresar ahora solo porque la venganza estaba en sus planes... tenía que haber regresado por mí también, por lo que alguna vez existió entre nosotros.

—¡Vera! —grite y aceleró el paso—. ¡Joder, Vera! —grité de nuevo hasta que se detuvo.

—¿Qué quieres, Harris? —preguntó con desprecio.

La miré durante unos segundos hasta que mis manos actuaron por mí y la tomé de la cintura. No sabía qué era lo que estaba provocando que actuara en contra de todo pronóstico, pero no me arrepentí.

—Quiero que me expliques, ¿por qué te marchaste así? —susurré contra sus labios ganándome una bofetada.

—¡Eres un asqueroso! —siseó— ¡Al igual que tu madre y todos los de esa familia, eres un asqueroso! —gritó ofendida por mi acto.

—¿De qué carajo hablas? —pregunté confundido y herido por sus palabras.

—¡No creas que no supe lo que hiciste conmigo! —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Jugaste conmigo para no enterarme de la trampa de tus padres, ¡tú y tu amor fueron una mentira que me llevaron al borde de la destrucción!

—¡Eso no es cierto! —me defendí y ella negó con la cabeza.

—Eres un asco, Christian Harris —musitó—. Le agradezco a Dios el haberme alejado de ti.

Y subió a su auto, marchándose como la primera vez, robándose una parte de mí que sabía que jamás recuperaría, porque eso era Vera, una ladrona de suspiros; una encantadora ladrona que había logrado robarse mi aliento, mi corazón y cada parte de mí. Tanto así que, no podía imaginarme de nuevo sin ella, incluso cuando su odio era lo único que tenía para darme.

—¿Y eso qué fue? —solo me faltaba lidiar con ella.

—No fue nada, Mila, no fue nada. Se trató de un cierre entre los dos.

—¡La seguiste! —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y yo maldije dentro de mi mente.

No quería hacerla llorar, pero no podía evitar el tener miles de sensaciones sobre mí en ese momento. Todo sucedió tan rápido que jamás imaginé lastimar a mi esposa con mi huida hacia la mujer que más amé —e incluso sigo amando—, durante mucho tiempo.

Caminé hacia ella y la abracé—. Lo siento nena, no ha sido mi intención. Creo que fueron los sentimientos del pasado.

—No me dejarás por ella ¿o sí?

—Claro que no.

Aunque no estaba tan seguro ahora que ella había vuelto. Algo sucedió en medio de nuestra relación y necesitaba entenderlo a la perfección para acercarme a ella, porque sí, planeaba volver a acercarme y hablarle. Tenía que encontrar algún rastro de la antigua Vera en todo este caos.

Tenía que encontrar a mi Vera.

Rompiendo PromesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora