Capítulo 6: Nubes de Tormenta (2ª parte)

Magsimula sa umpisa
                                    

—Ya, es un asco manejarla con el trasto ese y por medio de la montaña es peor todavía. Súbete detrás de mí  —dijo, echándose hacia delante y dejando un pequeño espacio a su espalda. Suke vaciló un momento pero solo fue un momento. Emocionado por la oportunidad que le brindaba su amigo, se subió de un salto, todavía con la cesta bajo el brazo—. Pon los pies en esa pieza y agárrate fuerte.

—¿A dónde? —preguntó.

Pero en ese momento, Reyja arrancó la máquina y él se encontró abrazándose con todas sus fuerzas a la cintura de su amigo, con la cara pegada completamente a su espalda y los ojos cerrados con fuerza.

—¡Suke! —gritó Reyja, imponiendo su voz al ruido de la motor—. Afloja un poco, me estás ahogando.

Suke mantuvo los ojos cerrados y la cara aplastada contra el cuerpo de Reyja pero intentó soltar un poco las manos. No mucho. El cuerpo de su amigo se estremecía con violencia. Suke abrió los ojos y se sorprendió al ver que Reyja se estaba riendo a carcajadas. Entonces se dio cuenta de que el vehículo no iba tan deprisa y era mucho más estable de lo que había creído al principio. No necesitaba agarrarse con fuerza para mantenerse en el asiento. Así que relajó la presa, y se separó, sintiendo como el rubor se extendía por sus mejillas.

«Soy idiota», se reprendió.

Más relajado, se permitió disfrutar del trayecto. Reyja no le había mentido y conducía bastante bien. Los árboles dibujaban una línea discontinua de tonos marrones y rojizos recordando, a quién quisiera escucharlos, que ya había llegado el Otoño y que las temperaturas suaves no se mantendrían mucho tiempo.

—¿Has cogido toalla? —gritó Reyja.

—¿Toalla? No —contestó Suke, alzando la voz—. ¿Por qué?

—¿Para qué va a ser? Para secarte tras el baño. ¿Quieres que volvamos a buscarte una?

—¡No! —exclamó Suke, asustado—. ¡Nada de baños! ¡Báñate tú si quieres! ¡Nadie habló bañarse!

—Bien, no pienso insistir —dijo Reyja. Aunque a Suke no le pasó por alto que añadió «por ahora» creyendo que no podría oírle.

Unos baches del camino hicieron que Suke volviera a aferrarse al cuerpo de su amigo y se encontró, de nuevo, con la cara pegada a su espalda. Abrió los ojos cuando creyó que ya había pasado y se iba a separar cuando le pareció escuchar algo. Se quedó inmóvil, un rato más. Cerró los ojos y entonces lo escuchó; alto y claro. Un corazón.

—¿Estás bien? —preguntó Reyja. Suke dio un respingo y se apresuró a separarse, notando como otra vez el rubor se extendía por su rostro. ¿Qué demonios le pasaba?—. Siento los baches, me han pillado por sorpresa. No te preocupes, no te dejaré caer.

—No, me estrellarás contra un árbol —gruñó.

Reyja se rio a carcajadas y no paró de hacerlo hasta que detuvo la moto. Incluso entonces, se bajó riendo.

—No era un chiste tan bueno —murmuró Suke, pero a su pesar, también él tenía ganas de reír.

El camino torcía más o menos a la altura a la que Reyja había dejado la motocicleta y trazaba una ruta siguiendo el perímetro del lago. Tras el improvisado aparcamiento, la hierba desaparecía y todo se convertía en un pedregal de rocas redondeadas que se perdía dentro del espejo de agua. El lago quedaba encajado entre las montañas, coronado por cimas que pronto estarían llenas de nieve y rodeado por el rojo estallido otoñal de la foresta. Era un sitio bonito.

—En verano está lleno de gente —explicó Reyja señalando las pequeñas mansiones que salpicaban la cercana orilla, mientras caminaba con pasos vacilantes entre las rocas y le invitaba, con un gesto silencioso, a que le siguiera—. Todo aquello son segundas residencias de los ricachones de la capital. Antes, todo se llenaba de pequeños barcos voladores privados, pero con la prohibición... —Reyja hizo una mueca y sacudió la cabeza, como si quisiera quitarse algo de ella—. Cada vez son menos los que veranean en esta zona. La mayoría de esas casas llevan años sin ser habitadas. No están abandonadas pero casi. Ahora sus dueños prefieren las costas cálidas de Lederage. Tú vienes de Lederage, ¿verdad?

El Alma en LlamasTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon