Capítulo III

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La lluvia caia y las pequeñas gotitas de gloria apenada resbalaban timidas en el vidrio de la ventana. Dave las observaba embelesado como queriendo la libertad de ellas, como anhelando la manera que tenian de escurrir a través de una superficie tan pura y no dejar daño alguno, sólo marcas de agua caída del cielo.

Tres días de esa horrible masacre y su cuerpo no hacía más que sentirse impuro. Dave solo deseaba olvidar, olvidar el rostro de aquellos que mató y olvidar el agotamiento que sentía su alma.

Cuando el alma se siente cansada y el dolor se convierte en agonía, el amor puede dar la paz y la tranquilidad que se necesitan. Esa frase la leyó en un viejo libro que ni el mundo recordaba su nombre. Y asi era como se sentia.

El alma de Dave estaba hecha jirones y la codicia de ser alguien importante lo habían llevado a la soledad, él mismo decidió apartar de su lado a las personas que lo amaban. Y no existe forma de ser feliz cuando te falta algo que alguna vez tuviste y amaste, Dave había perdido a la mujer más importante en su vida.

Sentado en la ventana de su habitación contemplaba la oscura noche mientras cada detalle del rostro de Abigail regresaba a su mente.

Cada noche desde que la abandonó soñaba con sus ojos, con la curva de sus colorados labios, con la palidez de su hermoso rostro, con ese cabello que se ondulaba al más mínimo atisbo de ira, ella le recordaba a la noche; tan oscura y tan deslumbrantemente bella. 

Sumido en los recuerdos, un llanto devolvió a Dave al presente. Bajó del alfeizar de la ventana y se acercó a la cama. Su corazón, antes seco por la soledad, ahora volvía a ser de carne. Ver esos pequeños ojos verde musgo le daba vida, le daba paz. La niña, al verlo, dejó de llorar y contemplo expectante a Dave y este pudo jurar que ella sonrió. Él la tomó en brazos y con ternura la besó en la sien, se había preguntado tantas veces que haría con ella, y por momentos pensó en dársela al Gobierno pero descartó la idea al instante. No podía simplemente despegarse de un ser tan pequeño y hermoso luego de haber prometido que se encargaría de darle lo mejor... pero la sola idea de ser un "padre" para esa niña le aterraba más que cualquier cosa en el mundo. Tras tres largos días en donde no supo que hacer con ella, había tomado una decisión. Quizás ser padre no sería tan malo después de todo.

De pronto, sin aviso alguno, las lágrimas comenzaron a buscar camino en las mejillas permanentemente coloradas de Dave al pensar en el hecho de que la niña que estaba en sus brazos lo había perdido todo siendo tan sólo una pequeña. Recordó en un instante el rostro de su madre, tan joven, tan inocente, tan... aterrado. ¿Qué pensaría la pequeña cuando crezca y sepa como llegó a los brazos de Dave?, en definitiva lo odiaria.

-Te amo -dijo Dave en un susurro- no permitiré que sufras, se lo prometí a tu madre y lo voy a cumplir. Sólo espero que algún día llegues a entenderme y sepas que desde que tus ojos se abrieron ante mi supe que no amaría nunca como te amo a ti.

De esa manera Dave la recostó en la cama y con cuidado se acurrucó a su lado, respirando el suave olor a bebé y tarareando una canción cuya letra no recordaba. Juntos se aventuraron al fantástico mundo de los sueños.

                          *****

Con el sol en el rostro, Dave comenzó a despertar. Sorprendentemente la niña -muy al contrario de concepto que tenía de los recién nacidos- había dormido toda la noche y ni siquiera ahora despertaba, de cualquier modo él consideró factible la idea de que podría tener hambre así que se levantó lentamente de la cama y en silencio abrió la puerta de la habitación para ir a calentarle algo de leche.

Todo marchaba tan perfecto ahora, Dave se sentia pleno y totalmente feliz con su niña. Se quedaría con ella, le daría apellido y ante todos ella sería su hija. No importaba que el mundo allá afuera estuviera tan desecho, ni que sólo existieran guerras y dictaduras. Poco le importaba a Dave lo que pensara el Gobierno, era su niña y el lucharía por hacerla feliz, eso era lo único importante para él.

Con el biberón el la mano, se dispuso a subir a su cuarto cuando escuchó que golpeaban la puerta. Con prisa y dispuesto recibir hurañamente a quien sea que haya tocado, abrió la puerta de un tirón y al ver quien estaba detrás de la misma pudo sentir como su corazón se desplomaba.

-Hola Dave.

La misma Abigail, la mujer que tanto amaba y que había dejado por ir corriendo tras lo sueños estúpidos de servir con honor a Azhlith estaba parada ante sus ojos.

-Abi-Abigail, pasa - dijo con un ademán de invitarla a pasar-.

-Gracias Dave.

Dave la condujo hacia el sofá del recibidor con los nervios a flor de piel. Abigail era más que una simple ex novia para él, ella era su más grande ideal de mujer. Al sentarse los dos en el mismo sofá, Dave solo podía contemplarla y adorarla, no tenía palabras cuando estaba cerca de ella.

La observó fijo por varios minutos, llevaba una camisa negra con una falda hasta las rodillas del mismo color que hacia resaltar su blanca piel, el cabello negro iba recogido en un moño y de este se escapaban algunos bucles. Pero lo que más le extrañó y deslumbró fue el brillo alegre que ella tenía en sus ojos plata.

Abigail carraspeó al notar que Dave no dejaba de mirarla.

-Perdona, pero luces diferente, estas más, hermosa. -Dave comenzaba a sudar frío ante la intensa mirada de Abigail-.

-Gracias, pero no vengo a recibir piropos Dave, yo necesito decirte algo importante. Mira, yo te iba a decir esto cuando, bueno, cuando te fuiste hace tres meses -Dave se sintió avergonzado al recordar como había dejado a Abigail, sólo una carta era  la explicación de su abandono- se que es algo tarde pero...

La voz de Abigail fue apagada por el llanto de un bebé, Dave se revolvió en su asiento y de pronto reaccionó al darse cuenta que era de su pequeña.

-Dave, ¿Qué sucede? ¿Por qué tienes un biberón en la mano?

-Acompañame, necesito mostrarte algo.

Ambos subieron las escaleras y Abigail iba tomada del brazo de Dave. Al llegar al segundo piso, se encaminaron por el corto pasillo y Dave se detuvo frente a una puerta. Con algo de miedo miro a Abigail y le sonrió como preguntándole si esta quería entrar. Abigail apoyo la palma de su mano en la espalda de Dave y asintió.

Al ingresar, Dave se dirigió casi corriendo a la cama y tomó a la pequeña en sus brazos, susurrando cosas incomprensibles para que dejara de llorar al mismo tiempo que introducía el biberón en su delicada boca.

-¿Es... la niña, es tuya? -el rostro de Abigail padeció más de lo normal.

-¿Qué? Ah si, dentro de poco será mia legalmente.

-Sabes a lo que me refiero Dave, ¿Lleva tu sangre?

-No, sus padres murieron -dijo obviando la causa de la muerte- y yo tuve la necesidad de hacerme cargo de ella.

-Entiendo.

-Tú me ibas a decir algo ¿Qué era?

-Dave... yo se que han pasado tres meses...

-Shh-dijo de repente- Abigail, mi querida Abigail. He sido un completo estúpido, te abandone y ahora comprendo que no debí hacerlo, quiero decirte que lo siento, si quieres odiarme, hazlo pero te pido no me niegues la oportunidad de estar de nuevo a tu lado, de intentar conquistarte...

-Dave...

-Abigail, por favor, creímos que éramos un poco de luz en este mundo en ruinas y tu lo eres, honestamente lo creo. Iluminame de nuevo y criemos juntos a esta pequeña...

-¡Dave!

-¿Qué sucede?

-Estoy embarazada.

Luces Apagadas [PAUSADA] {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora