Huida hacia la libertad

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Tengo que correr. No puedo parar, será demasiado tarde. Está oscuro. Debo esforzarme mucho para no tropezarme con las raíces de los árboles que nacen para obstaculizar mi huida. Miro atrás pero no tengo ninguna oportunidad para descansar, la oscuridad está cerca. Noto su respiración en mi nuca a la vez que comienzo a sentir escalofríos en todo mi cuerpo. 

Poco me queda para alcanzar el final. Puedo escuchar mi nombre de entre las nubes que se esconden en el bosque. No paran de repetir "Nicole, Nicole, Nicole..." Pero no soy capaz de reconocer aquella voz.

No encuentro el final, el bosque es interminable. Parece que ya he atravesado todo rincón de aquel lugar, sin haber logrado aún la salida del laberinto. Mi energía se está agotando y los colmillos del lobo que me persigue están cada vez más cerca. Aquella bestia no me permitirá ser libre. No me dará ninguna segunda oportunidad para poder disfrutar de la vida. Disfrutará bebiéndose mi sangre y con el placer insaciable que le ofrece mi cuerpo. Quiere nombrarse dueño de mi propio cuerpo. Quiere que sea prisionera en sus grandes brazos. 

Llevo muchos años perdido en este bosque en el que llamo "Mi vida" con el lobo siempre cerca. Hoy he decidido huir. He pensado que debo tomar las decisiones por mi propia cuenta, yo misma debo ser dueña de mi propio cuerpo. 

Me encuentro cerca de una carretera que jamás había visto. Realizo mi último esfuerzo y se me dibuja una larga sonrisa en mi rostro. Siento que estoy preparada para escapar. Cada vez que me encuentro más cerca del final,  vuelvo a escuchar aquellas voces escondidas entre las nubes que piden "Nicole, ven conmigo. Nicole ven aquí como todos estos años.  Aquí estarás protegida." 

Había oído aquella voz durante muchos años. Estoy harta. Las cicatrices y heridas de mi cuerpo nunca van a desaparecer. Yo, sin ningún miedo, defenderé mis derechos ante la figura de aquel lobo. 

Nada más pisar la carretera mi entorno se ha transformado completamente. El bosque ha desaparecido. Ahora estoy en una habitación.  Aquí también la oscuridad reina en un lóbrego ambiente, al igual que en mi alma y corazón. La sonrisa en seguida desaparece de mi rostro al ver que la huida ha fracasado. Me doy cuenta de que me encuentro atada a una silla. Intento quitarme las esposas y ser libre, pero todo esto vuelve a fracasar. Como ha ocurrido durante toda mi vida, he vuelto a fracasar. 

Se encienden las luces y aparece la persona que me ha secuestrado como rehén. Mi esposo, el hombre con el que he educado a mis tres hijos, se encuentra tras la máscara del lobo. Es él la bestia que me maltrataba durante estos años en el bosque. Sonríe. Vuelve a golpearme. Esta vez es un puño en la mejilla y tal golpe hace que me caiga al suelo. Quiero gritar, mas no soy capaz. Ya es tarde. Cierro los ojos.

Mientras mi esposo se prepara para golpearme de nuevo, comienzo a imaginarme otra  vez la carretera en la que me encontraba antes. Me concentro en aquel negro camino que había al otro lado del bosque. Comienzo a correr con desesperación, sin pausa y sin mirar atrás.  Defiendo mis derechos, sin miedo, mientras escapaba de las manos del lobo del bosque.  Trato de huir hacia la libertad hasta que una blanca luz termina con la escapatoria.  Una luz que me acoge tras haber sido castigada durante toda mi vida.










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