Capitulo 33

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Thomas estaba de pie en un lado de la habitación llena de niebla y Harry Styles en el otro. Thomas tendió una mano hacia ella y Harry se limitó a guiñarle un ojo.

Thomas llevaba un traje hecho a medida y Harry llevaba un pantalón de algodón, una camisa y una sonrisa maravillosa.

Clare no sabía hacia qué lado volverse. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba tomar una decisión, pero entonces Ryan empezó a llorar. La joven abrió los ojos y se incorporó en la cama. Miró a su alrededor, contenta de ver que ninguno de los dos hombres estaba allí. ¡Gracias a Dios! Se puso una mano en el pecho, encima del corazón galopante. ¿Qué narices hacía Harry Styles en su sueño? Ver a Thomas tenía sentido, pues había soñado mucho con él desde que la dejara plantada en la iglesia dieciocho meses atrás. ¿Pero Harry?

Oyó risas en la cocina. Parecía que había una fiesta allí fuera. Apartó el edredón, pasó ambas piernas por el borde del colchón y deslizó los pies dentro de las zapatillas rosas gigantes, que estaban en el suelo.

Se acercó a la puerta y escuchó un momento.

Todas las voces se mezclaban, pero las de Lexi y Sandy eran fáciles de reconocer. Ah, y también la de Chelsey. Esta debía haber terminado de preparar la salsa de chili y lo habría llevado para que lo probaran.

Clare abrió la puerta una rendija y miró hacia la cocina. Sandy estaba de espaldas a ella, pero a juzgar por la falda de tubo roja y la chaqueta a juego, había ido allí desde una reunión de ventas en el centro. Llevaba el cabello recogido en un moño en la parte de atrás de la cabeza. Sandy siempre tenía buen gusto para la moda.

Su amiga rio bastante alto y, cuando se apartó, Clare parpadeó para asegurarse de que no estaba imaginando cosas. Hasta donde podía ver, Chelsey había llevado el chili y se lo daba a probar a Harry con una cuchara. Él abría la boca y, cuando masticaba y tragaba, gemía como si tuviera un orgasmo de chili. Mientras hacía ruidos absurdos, Chelsey tomó una servilleta y le limpió la barbilla como si fueran amantes.

Aquello era demasiado. ¿Por qué ninguno de ellos había entrado en su habitación a despertarla? ¿Por qué Sandy no había echado a Harry del apartamento?

Clare salió de su habitación adormilada todavía. Miró a su alrededor y se puso una mano en la cadera.

—¿Dónde está Ryan?

—Está vivo —Sandy se acercó a su lado e intentó arreglarle el pelo.

Clare le apartó la mano.

—Está durmiendo —le informó Harry desde la cocina.

—Y entonces, ¿ qué haces aquí todavía?

—Es nuestro salvador —declaró Chelsey, con demasiado entusiasmo—. Ha añadido pimientos rojos y verdes picantes al chili. Resulta que eso era justo lo que faltaba. La mujer que envió la receta... Ya sabes, esa que ganó todos esos concursos... Pues bien, acabo de hablar con ella y olvidó incluir algunos ingredientes cuando nos escribió la receta.

Clare lanzó un gruñido. ¿Cómo podía alguien olvidarse de incluir chiles en una receta de chili?

—¿Le has dicho que nos ha causado muchos problemas?

—No es para tanto —le aseguró Chelsey. Se volvió a mirar a Harry con una sonrisa.

Por primera vez desde que la contratara seis meses atrás, Clare se fijó en lo alegre y guapa que era, con aquel pelo rubio rizado que saltaba alrededor de sus hombros cada vez que se movía. Estaba muy atractiva con un vestido de verano sin mangas y unas sandalias de tiras de cuero. Sorprendentemente, Clare quería decirles a todos que se marcharan. Y también quería llamar por teléfono a la mujer de la receta y decirle que no merecía ganar ningún concurso en la feria del condado si no era capaz de escribir bien una sencilla receta para hacer una salsa de chili. "Respira, Clare. Respira".

Harry estaba en lo cierto. Lo suyo era una depresión postparto. Tanta energía negativa la estaba agotando. ¿Desde cuándo le importaba lo que llevaba Chelsey o si estaban todos guapos menos ella? Ella no era tan superficial como su madre y su hermana.

No tenía que estar perfecta en todos los momentos del día. Por enésima vez aquella semana, sentía deseos de llorar, y eso le daba aún más ganas de llorar, porque ella no era llorona por naturaleza. Sus hormonas estaban descontroladas y la sensación no le gustaba nada.

Se disponía a volver a su habitación cuando el llanto de Ryan le perforó el tímpano.

Miró a Harry.

—Tu hijo está llorando. Yo me vuelvo a la cama.




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