Suicide Prémédité.

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Mori Emiko era una joven bonita, excepcionalmente bella para algunos, la hermosura encarnada en mujer dirían otros. Sus piernas largas cómo carretera habían conducido a varios hombres a la locura. Su blanquísima piel había sido la tentación de muchos y los conducía a la perdición. Su irreal belleza culpable de muchas declaraciones de amor, generalmente denegadas por la que muchos consideraban un súcubo vil salido del mismo infierno para atormentarlos. Oh, pero ella era tan humana como cualquier otro, a pesar de su incandescente atractivo.

Sus sentimientos mundanos le corroían el alma como un cáncer doloroso que se esparce por los órganos, la sangre y los huesos. Mori Emiko vomitaba un espumarajo negro y viscoso que no era más que amor no correspondido. A gritos silenciosos embargados de dolor pedía el afecto y la adoración de aquel hombre que parecía ser el único en la tierra incapaz de amarla. Ese hombre que la acariciaba y la besaba con frialdad e indiferencia a la luz de la luna, pues sólo por las noches ese hombre era capaz de tocarla.

La jovencita lloraba densas lágrimas color sangre al saberse no querida y simplemente utilizada. Guren, ¿por qué no has de amarme si todo te lo doy a ti? Y de nuevo un torrente de lágrimas que la secaban por dentro hasta hacerla sentir hecha de cartón áspero y rugoso, horrible por dentro-horrible por fuera. Mira lo que me haces, Ichinose Guren, me conviertes en un monstruo. Un repulsivo monstruo que le deseaba la muerte al amor de su vida y en ocasiones hasta a ella misma.

[Morirme porque él me mata]

En ocasiones, cuando Mori Emiko era encomendada a una misión junto a su escuadrón, misión que le era otorgada por el hombre que ella amaba, salía de la base militar con el semblante radiante y la faldita del uniforme en negro y verde pareciendo flotar por el contonear de sus caderas. Pero cuando se encontraba en la batalla, frente a un asqueroso chupasangre o un Jinete del apocalipsis, recordaba con la misma amargura que se siente al tragar una sustancia a sabor azufre que por dentro quemaba como arsénico que ese hombre al que ella adoraba no la quería.

[Morirme porque él me mata]

Y la joven soldado desempuñaba su espada y cerraba los ojos con fuerza esperando la estocada final que acabará con su corta y sufrida vida. ¿Qué me queda sin ti, Ichinose Guren? Si tú no has de amarme, ¿qué me queda? Convenientemente era salvada por algún miembro de su escuadrón, que más que salvarla la condenaba a otro día más sin el amor del Teniente Coronel.

—¿Por qué no has de amarme? —Se atrevió a preguntar una noche sin luna.

Sus ojos castaños brillaban nerviosos anticipándose a la respuesta de su Teniente Coronel. Lo besó en los labios, lo besó en el cuello, lo besó en la clavícula y lo besó en el pecho, ¿por qué no has de amarme? preguntaba en cada beso. Y lo besó y lo besó hasta que sus labios sangraron dolidos por una respuesta que no parecía querer llegar.

—Porque amo a otra —respondió de manera simple y escueta.

Mori Emiko sintió como mil dagas se clavaban en su corazón ennegrecido por los años de entrega total a un hombre que amaba a otra. La joven quiso gritarle que ella era hermosa, que muchos la deseaban, preguntarle cómo era posible que no la amase siendo tan bella. ¿Qué buscas, Ichinose Guren? ¡Dime que es lo que buscas y yo te lo daré! La mujer que muchos consideraban un súcubo, pero de sentimientos mundanos, haría lo que estuviese a su alcance y mucho más para conseguir el amor de aquel hombre.

—¿Quién es ella? —preguntó conteniendo las lágrimas.

Castígame con su nombre, castígame con su nombre.

—Hiiragi Mahiru —contestó el Teniente Coronel con indiferencia.

Mori Emiko lloró lágrimas de ácido que quemaban su bello rostro hasta deformarlo y convertirla en un monstruo lastimoso y penante. Luchaba contra un fantasma, contra una chica que llevaba muerta años. Mirame, Ichinose Guren, mirame. Yo estoy viva, mi corazón late desesperado por unirse al tuyo. Estoy viva, amame, estoy viva. ¿Cómo podía alguien como el Teniente Coronel amar a una muerta? ¿Cómo podía siquiera pensar en alguien más teniendo en su cama a alguien como Mori Emiko? Hermosa, inteligente y sobre todo abnegada a él.

Suicidio Premeditado ||Guren Ichinose||Where stories live. Discover now