—No puedo... Lo e-extraño muchísimo y no sé si él... No puedo ni pensar qu-que... —ella se calló porque no podía ni terminar esa oración.

—Está bien Abby, él seguro está bien —Kerry intervino sentándose a su lado y acariciando su espalda suavemente —No es la primera vez que está ahí afuera y lo sabes.

—¿Pero y si le ocurre algo? ¿O a mis hermanos? No quiero revivir lo de Dwayne, no lo soportaría —ella sollozó un poco más agradeciendo que tenía personas tan buenas que cuidaban de ella — Siento que todo mi mundo se está desmoronando a mi alrededor, todo estaba tan bien y ahora... Dios mío, duele mucho.

—Cariño, vamos a algún lugar más tranquilo para conversar —Abby asintió sintiendo cómo su cuerpo estaba más flojo ahora que había sacado todo lo que le comía los pensamientos por las noches. Damián apareció frente a ellos mirándolos con curiosidad y una horrible sonrisa falsa.

—Hey ¿A dónde van? —Kerry y Adrián inmediatamente le gruñeron.

—Fuera —respondió Abby sorprendiéndolos a todos, luego tomó las manos de sus dos amigos y caminó con paso decidido al estacionamiento de la universidad. Horas más tarde los tres amigos devoraron tres hamburguesas dobles en McDonals y luego una ración de helado de chocolate —. No comía así en días — Abby suspiró y se frotó el pequeño abdomen sintiendo como el sueño se apoderaba de ella.

—Debes estar cansada —Kerry le dio una sonrisa dulce y Abby asintió en medio de un bostezo —, Vamos a casa entonces.

Tras un día agotador pero extrañamente bueno Abby llegó a su casa, saludó a sus padres y subió a su habitación para desconectarse del mundo un rato. A veces no podía dormir porque sus pensamientos no paraban de correr por su cabeza y otras veces era por las pesadillas, a veces eran sobre sus hermanos pero la mayoría era de algún oficial llamando a su puerta para decirle que John había muerto, igual que con Dwayne.

Abby no supo en que momento se quedó dormida pero se saltó el resto de la tarde y la cena, luego despertó sobresaltada por el sonido de su teléfono exigiendo atención, era un número internacional.

—¿Hola? —Abby se frotó los ojos con la mano y se sentó en la cama con cierta molestia, el reloj digital junto a su cama decía que eran las 3:27am ¿Quién en su sano juicio llamaría a ésta hora?

—¿Abby? —Al instante su ritmo cardíaco se aceleró a un ritmo de vértigo, sus palmas comenzaron a sudar y su cabeza daba vueltas — ¿Puedes oírme?

—Oh dios mío... John —Abby sintió las lágrimas picar en sus ojos y su cuerpo a punto de colapsar, así que tomó aire y se sentó mejor en el borde de la cama mientras encendía una lámpara que estaba junto a su cama.

—Hola preciosa —ella no pudo más y soltó un sollozo al que le siguió otro y luego lágrimas sin parar —Sh, está bien Abby. Yo estoy bien. Tranquila, respira.

—Pensé que... te había pasado algo... y yo... estaba tan asustada... John... —Su garganta se cerró impidiéndole hablar, se dijo a sí misma que debía tranquilizarse y respirar porque no podía desperdiciar los preciosos minutos

—Lo siento, lo siento, lo siento —ella dio un largo suspiro tratando de controlar su cuerpo nuevamente, se sentía tan... extraña —Quería llamarte, lo juro, pero es tan difícil encontrar un medio de comunicación en medio de la nada y entonces me topé con Isaac...

—¿Isaac? —ella sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

—Si, él está en la oficina en éste momento y le pregunté sobre ti así que me dio su teléfono para llamarte, no tengo mucho tiempo pero quería hacerte saber que estoy bien y lo lamento tanto Abby, no debí irme sin decirte nada pero yo sólo... cumplo órdenes de mi padre, no es algo sencillo de explicar ¿si?

—John está bien, es solo que te he extrañado y quiero matarte en éste momento por dejarme tanto tiempo en el aire sin saber nada de ti ¡¿Cómo se te ocurre?! ¿No pensaste por un minuto en cómo me sentiría?

—Eso es en todo lo que puedo pensar Abby, en ti —ella lo odiaba, simplemente lo odiaba porque no podía hacerla sufrir así y luego venir y hacer que su corazón latiera de una forma sobrenatural con sólo decirle esas cosas.

—¿Dónde estás? —ella ignoró la sensación cálida en su estómago y se levantó de la cama caminando hasta la ventana que daba al patio trasero.

—Sabes que no puedo decírtelo —ella cerró los ojos deseando con todas sus fuerzas estar frente a él, que pudiera sentirlo de alguna forma —Creo que tú hermano ya viene, encontraré una manera de hablar contigo preciosa, lo prometo.

—¿John? —ella sentía de nuevo ese nudo en la garganta impidiendo que ella dijera las palabras, pero si las decía ya nada sería igual, todo sería más real y más doloroso —Vuelve a casa, por favor.

—Lo haré Abby, lo prometo.

Bajo mi pielWhere stories live. Discover now