Capítulo 2 : Instituto mixto de enseñanza laica Príncipe Byro

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«¿Qué tiene en...?» Se sorprendió al ver que sus ojos buscaban desesperadamente cruzarse con los del chico. Había algo raro en ellos.

—No hemos sido unos vecinos muy corteses, pero es lo que sucede en Mivara, las casas están tan separadas que a veces parece que estemos en medio del bosque —rio con coquetería—. Déjeme que les invite a cenar, por favor.

«Ahí está, la famosa invitación», suspiró Reyja. Valenda dio un saltito nervioso a su lado.

—Sí, por favor —exclamó sin contener la emoción ni apartar su vista del joven. Este hacía todo lo posible por evitar cruzar la mirada con ella.

—Es muy amable por su parte... —empezó el capitán mirando de reojo a su hijo—. ¿Qué te parece, Suke? —Su respuesta fue un gesto huraño y silencioso que fue ignorado con premeditación por su padre—. Estaremos encantados.

—Entonces... ¿a las siete? —preguntó su madrastra.

—Perfecto —respondió el capitán Aizoo—. La verdad es que me preguntaba...

—No —murmuró el tal Suke con voz dolida. Reyja sonrió al ver su expresión, puede que fuera divertido. Pero... ¡qué demonios tenía en los ojos! Le atrapaban una y otra vez, como buscando cruzarse con los suyos, pero el chico apartaba la vista evitando ese encuentro.

—Es que estos días tengo bastante trabajo y no sé si podré recoger a Suke. Si no es mucha molestia...

—Oh, no, por supuesto —exclamó Pazme—. Vengo a recoger a mis niños cada día, no me importa nada llevarme a su hijo.

—Suke no es mi hijo —explicó el capitán—. Pero como si lo fuera; es mi ahijado.

—Ya, le comprendo perfectamente —dijo Pazme, y por una vez su sonrisa le pareció sincera—. No son mis hijos, pero como si lo fueran. Oh, no les he presentado. ¡Qué descuido más imperdonable! Estos son Valenda y Reyja, Reyja debe de ir a tu clase... ¿Suke?

—Suke, contesta a la señora marquesa —le dijo el capitán dándole un codazo.

—No lo sé —dijo el joven hablando en voz alta por primera vez—. Es mi primer día, no conozco a nadie.

—Pues ahora sí —dijo Pazme—, esta preciosa jovencita es Valenda.

—Mucho gusto —dijo su hermana con una ligera reverencia. El joven inclinó la cabeza sin alzar la vista.

—Y este joven impertinente y maleducado —Reyja sonrió al escuchar su descripción, Pazme podía tener sentido del humor— es Reyja.

—Encantado —dijo Suke inclinando la cabeza.

Reyja buscó su mirada y no la encontró. Entonces, frunció el ceño y ante la sorpresa de todos sujetó la barbilla del muchacho y le obligó a mirarle a los ojos.

—¡Reyja! ¡Qué haces! —exclamó su madrastra.

Reyja la ignoró. Se centró en unos ojos que le devolvían la mirada, desafiantes. Unos ojos naranjas que brillaban con el reflejo de las llamas.

—Son naranjas, qué curioso —comentó, soltando la barbilla de Suke que le miraba con rabia encendida. En ese momento no apartaba la mirada.

—Son pardos —dijo Suke sin que su voz vacilara.

—Como prefieras —concedió Reyja fingiendo no darle importancia. Pero esos ojos... él había visto unos ojos como esos antes. ¿Dónde?

—¡Reyja! ¡Eres un maleducado! ¡No puedes tratar a la gente de esa forma! —Pazme parecía fuera de sí.

El Alma en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora