—Casi ni se le nota —opinó la pelirroja—. Pero aún cuando le hubiesen dejado el ojo morado, le valió muchos puntos. Aidan me dijo que desayunó con ustedes, en lo de Tom. —Erin la miró con una ceja enarcada.

—Es que, de hecho, me quedé a dormir en lo de Tom. —Admitió Celine con una sonrisa.

—¡¿Ya lo hicieron!? —Soltó Deena emocionada. Erin le dio un codazo mientras que Celine soltaba una carcajada.

—Da gracias que el lugar está vacío y no, no lo hicimos.

—No te creo. —Dijeron Deena y Erin al unísono.

—Ya sé que en sus mentes sucias y pervertidas no hay posibilidad, pero es la verdad. ¿Además, que bonito recuerdo sería tener nuestra primera vez después de una pelea como esa?

—En eso tienes razón —concedió Erin—. Y bueno, ¿Cuándo planeas que sea la noche?

—Tienes que comprar algo sexy —Intervino Deena—. Además... Tom se lo merece.

—Podemos ir más tarde —propuso Erin—, quizás yo también necesite algo para animar a Dave. —Hizo un guiño.

—No puedo creer que esto, esté pasando —declaró con una sonrisa—. Ni en un millón de años hubiese imaginado esto.

—Lo mismo digo, quizás solo teníamos que conocer a los chicos malos. 

—Oficialmente han pasado al lado oscuro. —Declaró Deena.

Erin y Celine, rompieron en risas.

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A mitad de semana, todo parecía marchar sobre ruedas. El golpe de Tom cada día se notaba menos. Erin y Aidan se quedarían hasta el domingo en casa de sus padres. Y en casa, tenía guardado un conjunto color negro de encaje, por si la noche sucedía. En esos casos era mejor estar preparada.

Ese conjunto era lo único sexy que había en su cajón de ropa interior, normalmente prefería lo cómodo y básico, pero quizás seguiría el consejo de Erin y comenzaría a comprar más prendas provocativas.

Suponía que la etapa romántica con Tom, la cual incluía besos, manos entrelazadas y abrazos; estaba llegando a la parte final. Ahora había que pasar a la etapa de sábanas tibias por la mañana y desayunos en la cama.

Hubiese querido seguir en sus ensoñaciones perfectas de no ser porque escuchó como tocaban el timbre. Bajó de prisa, pensando en que quizás se trataba de Tom, pero al abrir la puerta se encontró con una pálida Erin.

—¿Te encuentras bien?

—Sí, sí.

La pelirroja entró a la casa y se dejó caer en uno de los sofás de la castaña.

—¿Quieres café? Puedo preparar un poco.

—La verdad, me apetece más un té de manzanilla.

Celine la miró extrañada. Erin no era para nada de tés. Sin embargo, no rebatió mucho y fue directo a la cocina. Puso agua a hervir y sacó dos tazas. En una puso un par de bolsitas de manzanilla y en la otra café soluble con edulcorante.

Echó un vistazo desde la cocina. Erin se frotaba las manos nerviosamente. Algo estaba pasando. Cuando el agua estuvo lista, llevó las tazas hacia la sala, y tomó asiento frente a su amiga.

—Aidan, Tom y Dave; ahora son el trío inseparable, ¿no?

La pelirroja parecía más compuesta.

Amor en manos enemigas.Where stories live. Discover now