Hablábamos de cualquier cosa, y siempre que me preguntaba algo ponía su mira fija en mí, como si de verdad quisiera escucharme. Me ofreció una galletita, pero la tuve que rechazar.

–¿Por qué no querés? –insistió.

–No puedo, Jason, no jodas –le dije riéndome.

–¿Diamond Wolff está a dieta? –entró a las carcajadas –¿Desde cuándo? ¿No eras súper fan de la comida? –me boludeó.

–Y sí, nunca viene mal hacer dieta, ¿sabés? Aparte, estuve comiendo bastante mal y quiero ordenar mis hábitos alimenticios.

–Ay, ella –se burló seguido de una risa. –¿Y qué dieta haces, proteica?

–Sí, ¿cómo sabés? –fruncí el ceño.

–Porque te ofrecí una galletita y me dijiste que no y supuse que es porque tiene hidratos de carbono –Jason, cuando quería, podía ser inteligente; solo con las cosas que a él interesaban.

–Ah, claro –me sonrojé, había quedado como una boba.

–Y, ¿cómo es tu dieta? Contame un poco.

–Nah, es una boludez y aparte te vas a aburrir.

–Dale, contame, yo te escucho. –dijo con cierto interés, como si quisiera escucharme.

Empecé a contarle, pero corté a la mitad porque no quería aburrirlo.

–No, dale, seguí. Te escucho –insistió, y si me lo pidió así cómo no seguir.

Eran esas cosas que me podían de él, aunque rotundamente quisiera que no fuera así. No sé si lo hacía consciente de que me podía estar ilusionando.

Ese día juntos en clase se basó en risas y jodas; creo que hacía bastante que no la pasaba tan bien con alguien, menos con él que siempre me hace sufrir. Eran esos momentos chiquitos que son una pavada pero que a la vez te causan algo. Como ejemplo de lo mismo, Jason tenía el pelo como demasiado peinado; tanto, que parecía que tenía gel puesto.

Yo me empezaba a sentir más segura con esta relación de "amigos", así que me mandé a hacerle una joda con el pelo.

–Eu, ¿vos te pusiste gel? –me reí un poco mientras se lo decía.

–No, boluda. Todo natural este pelo, mirá: ¿querés tocar? –dijo mientras se sacudía el pelo dorado con rulitos que me volvía loca.

–¿En serio me decís? –me daba cosa tocarle el pelo, era como medio chamuyo hacérselo. Pero, con vergüenza y todo, lo hice sonriendo y, a la vez, apretando los dientes a mi labio inferior.

–¿Viste? Jason no necesita gel. –guiñó un ojo.

–Ah, ¡bueno! –lo jodí un poco.



No solo eso, por momentos me empujaba la cabeza y me vivía boludeando, pero bien. Jason en sí era medio jodón, pero lo que me hacía a mí lo hacía exclusivamente conmigo, y eso era lo que hacía que me ilusionara porque me hacía sentir, no sé, ¿especial?

Y hacía más cosas todavía: Jason quiso hacerle una joda a uno de los chicos diciéndole que se había chapado a su novia en la sala de arte y tenían pensado que una de sus amigas le diera un beso en el cuello con rouge. A mí no me molestaba para nada, total sabía que era solo para hacer la joda. Pero, al parecer, la chica esta (que, obviamente al ser de las "populares", iban maquilladas) se le había corrido el rouge y no llevó repuesto al colegio. Casualmente, yo sí: tenía uno rojo color sangre que me había quedado de una fiesta que tuvimos directo del colegio.

Jason vino directo a mí corriendo porque era justo la hora en la que su amigo salía de clase. Me preguntó desesperado si tenía de casualidad pinta labios y le dije que sí, pero no puesto.

–No pasa nada, poneme un poco acá en el cuello. –le hice caso y le pegué despacito con el pintalabios en el cuello, dejándole marcas gruesas que hacían evidente que no eran de un beso. Se estaba yendo cuando le grité:

–¡Bancá! Te quedaron marcas.

–Bueno, sacámelas rápido –dijo apurado mostrándome su cuello, indicándome que tenía que desparramarle un poco con los dedos. Otra vez, me daba cosa hacer eso por el simple hecho de que tenía que tocarlo. Pero, al estar apurado, no pensé en eso, solo lo hice: toqué con mi dedo índice y el mayor su cuello, dándome escalofríos –otra vez– y causándole a él piel de gallina. Una vez que terminé, salió disparado a hacerle ese chiste.

Pareciera que, aunque ninguno de los dos quisiéramos, seguíamos enganchados el uno con el otro. Por fuera podíamos creer que no era así, pero, en lo más profundo del inconsciente, sabíamos que no era así. Yo lo veía en mis sueños y, lo más probable, es que Jason me viera a mí en los suyos. Los deseos del inconsciente no necesariamente tienen que coincidir con los del consciente (lo saqué de un documental de Freud). Tal vez Jason no se daba cuenta, pero era muy probable que siguiera teniendo algo por mí, aunque no lo manifestara explícitamente; lo cual sí hacía implícitamente mediante los chiquitos actos que digo yo; sin contar bastantes más que no me acuerdo.

De cualquier manera, no mostraba señales de estar interesado en nadie más, entonces para mí no era un problema que me ilusionara de esta manera mientras no hiciera lo mismo con otras minas.

Within Hate (Español)Where stories live. Discover now