La muerte de Harry

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-The worst things in life come free to us-

Harry salió de la habitación y caminó por el pasillo, entrando al baño. Mirándose en el espejo, apneas se reconoció con los círculos negros bajo los ojos enrojecidos por el llanto y el pelo mas cortó. 

Su último recurso había fallado, a nadie le importaba salvarlo. Tomó su bolsito, en el que guardaba en cepillo y la pasta de dientes y sacó la delgada hoja de afeitar que guardaba en el fondo, y accidentalmente se cortó los dedos con ello. Automáticamente, se llevo el dedo a los labios y chupó la sangre, haciendo una mueca por el sabor metálico, ya familiar. 

Normalmente, él no haría esto tan a la ligera, pero no había nadie en casa y nadie iba a estarlo en algunas horas. Y además, esta era su última noche. Tenía permitido algunos errores. 

Harry entró a la ducha, con la ropa puesta. No era como si le importara, y además, no quería ver las pequeñas cicatrices rosadas en su antebrazo, muslos y caderas. 

El agua estaba hirviendo, peor él solo inclinó la cabeza hacia el chorro y, finalmente, empezó a sentirse limpio, como si capas de su piel se estuviesen saliendo, revelándose en el interior. 

Cuando no pudo soportar más el calor, se dejo deslizar por la pared y tomó la hoja de afeitar, que había dejado al lado de la bañera. Él remangó la manga de su camiseta y presionó la navaja hacia abajo, moviendo su muñeca, para que la navaja pudiese cortar su piel. Una fina línea de rojo oscuro, para ser acompañada por otra, y otra, hasta que una docena de nuevas marcas se imprimían en su piel. 

El agua se acercó a la piel de Harry, hirviendo contra su piel y el pegajoso liquido rojo que era la sangre de Harry. 

El reloj sonó, eran las diez. Tenía que empezar a moverse o Louis llegaría a casa. 

Él se tiró la manga hacia abajo. Oscuras líneas rojas mancharon la tela gris, pero no le importó. Se obligó a ponerse de pie. Cuando apagó el agua, se sintió frío y solo. 

Caminando con dificultad por el pasillo hasta llegar a la habitación, sacó la bolsa de farmacia, en donde había estado guardando dos botellas para dormir. 

Luego suena el teléfono- eso no era parte del plan. Vacilante, lo recogió. 

-¿Hola? 

-¡Harry! Es mamá. Louis llamó y dijo que te estaba sintiendo mal. 

-Una pequeña fiebre, mamá, estaré mejor mañana. 

El volvió la mirada ausente hacia las pastillas mientras su madre hablaba, recordándole tomar líquidos, y luego le dijo como estaba su hermana. Finalmente suspiró.

-Me gustaría no vivir tan lejos, cariño. Te dejaré dormir ahora. Mejórate ¿bien? 

Harry miró con culpabilidad a las pastillas. 

-Si, mamá – hizo una pausa -. Te amo. 

-Yo también te amo, Harry. Duerme bien. 

-Lo haré. 

Harry colgó con cuidado el teléfono y suspiró, mirando su sangrienta manga. Ella no tenía idea. Él camino de vuelta al baño, parando en la cocina y casó dos botellas de agua. 

Se sentó con las piernas cruzadas en el piso del baño, apoyado en la taza del baño. Las pastillas para dormir no lo iban a matar, pero una vez mescladas con antidepresivos, serían letales. Sacudió un poco la botellita y depositó las pastillas en su palma y las estudió. 

Eran chicas, blancas, redondas. Sus antidepresivos eran delgados, ovalados y de color naranja. Mesclados entre si, llenaban la palma de la mano de Harry. 

Cuando se las puso en la boca, tenían un sabor amargo, pero luego tomó unos sorbos de agua para bajarlas. Le rascaron la garganta mientras bajaban, así que decidió tomárselas de a porciones pequeñas. Harry repitió el proceso con las pastillas para dormir hasta que se terminaron y prosiguió con los antidepresivos. 

Probablemente se estaba metiendo muchas a la boca, pero quería asegurarse. No quería volver a despertar. 

El mundo se veía confuso y difuso por los bordes. Vagamente, en el fondo de su conciencia, escuchó la puerta del departamento abrirse y alguien encendiendo la televisión. Entró en pánico, pero los sedantes estaban tomando parte de su cuerpo ya y sus ojos se cerraron. 

El negro era fresco y acogedor, pero aun no había muerto. 

Débilmente, escucho un grito y el goteo del fregadero, y luego la voz de Louis. 

-¡No, por favor, no, Harry! ¡NO! 

Harry sintió que sus labios estaban empezando a formar palabras. 

-Te amo –dijo Harry, pero luego se sintió muy, muy cansado. 

Cayó en el negro con mucho gusto.

13 razones por qué (Larry Stylinson)Место, где живут истории. Откройте их для себя