Harry le sonrió, mostrando esos lindos hoyuelos que había descubierto que tenía.

–Horrible –confeso.

Louis soltó una carcajada.

–¿Para qué quieres saber?

Se encogió de hombros.

–Solo es curiosidad.

Harry lo miro acusatoriamente.

–Sé que escribes un diario. Y me describiste como: el lindo demonio que tiene los ojos negros pero en realidad son verdes.

Las mejillas de Louis se volvieron rojas.

–¿Qué? –Susurro–. Eso es mentira, Secretos te está mintiendo.

Harry soltó una carcajada.

–Ya quisieras.

Su corazón se encogía al solo recuerdo de Harry.

Pensar en él no le hacía bien. Y Tomas parloteando tampoco.

–Lo lamento, yo no quería es solo que...

Todo se volvió silencio a su alrededor, no quería escucharlo, no quería escuchar a un chico que no amaba, no quería recordar que no tenía a su madre y a su hermana a lado de él, a su mejor amigo riendo escandalosamente.

Sin poder evitarlo. Comenzó a transformarse.

–¿L-Louis? –Tomas tartamudeo, retorciendo al ver sus ojos negros–. ¿Qué está pasando?

Louis lo miro, sus colmillos afilados, sus uñas largas. Antes de siquiera controlarse como Harry le había enseñado hace tanto tiempo, salto encima de Tomas, clavando sus uñas en su cuello, la sangre saliendo.

Tomas intentaba gritar, pero era inútil, fue solo cuestión de segundos para que su cuerpo quedara inerte.

Louis retrocedió, minutos pasaron para que su cuerpo fuera humano de nuevo. Se acurruco en una esquina, sollozando.

–¡Maldita sea! –Grito, arañándose la cara–. ¡Yo no pedí ser esto!

El diario cuando cayó al suelo, había caído en una página en específico.

Delante de los ojos de Louis todo se esfumo, ya no había más Harry con los ojos rojos o negros, Liam se encontraba llorando en una esquina, mirándolo con miedo.

Harry se había rendido.

–Liam –susurro, queriendo acercarse pero no pudiendo–. Perdóname.

Ese día algo se había quebrado en su ser, dentro de él.

Quería morirse.

Pero al ser el descendiente de Satanás no podía.

–No, no, no –lloro.

Quería devolver el tiempo. Pero ya era inútil.

||

Zayn camina sigilosamente entre todas las sombras, Derrota gruñendo en su mente, alejando a todo aquel que quisiera acercarse.

Sentía como las llamas del infierno quemaban su piel, pero solo era la sensación.

Camino unos cuantos metros más de profundidad hasta que llego a su destino.

–¿Harry?

Ahogo un grito cuando vio a su mejor amigo.

Las cadenas que se habían formado con su piel habían adquirido más volumen, siendo mucho más gruesa y profundas.

–Hola –sonrió.

Sus dientes todos eran puntiagudos, sus huesos se marcaban por toda su piel y sus ojos eran dos huecos, sus mejillas se notaban exageradamente y la sangre se escurría de entre sus labios.

–¿Pero... qué?

–Oh –se miró a sí mismo–. Solo es parte de la condena.

Asintió.

–Te traje algo.

–¿Lo que te pedí?

–Me ha costado muy caro.

Harry lo miro, sin expresiones en su rostro.

–¿Que tanto?

–Matar al demonio del odio y de la desolación.

–Lastima, eran buenos amigos.

Zayn asintió, sacando de sus bolsillos una pequeña bola de metal, se la entregó a Harry. Este con sus manos huesudas la tomo, mirándola.

–Por fin podré verlo.

Lo que tenía en sus manos era: la Nica, el ojo que todo lo ve.

Harry había esperado tanto tiempo para tenerla en sus manos y poder ver al muchacho por el cual se había condenado al infierno.

No podía decir que se sentía triste.

Porque él no tenía corazón.

Solo era un muerto viviente con ataduras en su cuerpo.

Pero sí que lo había extrañado.

–Muéstrame a Louis Tomlinson.

La Nica comenzó a resplandecer en su mano, un dolor se instaló en pierna izquierda, miro hacia abajo, viendo como pequeñas gotas de sangre comenzaban a salir.

–Harry... –Zayn se alarmo.

–No te preocupes –lo tranquilizo–, es el precio que se tiene que pagar por usar la Nica.

No pudo decir que su corazón se achino. Pero sí que sintió como otra cadena crecía en su cuello.

Su Louis, su pequeño Louis se encontraba en una esquina sollozando, un poco más allá de él un cuerpo sin vida que Harry reconoció como Tomas.

–Oh, bebé –susurro–. La he pagado tan caro por haberme enamorado de ti.

Sus ojos negros y su rostro huesudo seguían fijos en un solo sitio, sin hacer ningún movimiento, viendo como Louis lloraba y negaba con la cabeza.

–Algún día cuando logre encontrar a Secretos, huiré –una sonrisa diabólica se formó en su rostro–, e iré por ti.

FIN.


No mires tres veces hacía atrás {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora