Capítulo 3: En mi casa no

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La vida nocturna de París era algo que ella deseaba disfrutar con toda tranquilidad, sin la necesidad de asistir a clubes nocturnos para emborracharse hasta el amanecer.

―Conoces al chico que está ahí abajo.

―No, no lo había visto en toda mi vida ―contestó escandalizada.

―No fue una pregunta. Es obvio que conoces a ese chico y no pretendo averiguar qué clase de relación hay entre ustedes; solamente quiero decirte que no te entrometas con él. Ese joven es un inversionista de la empresa de tu padre y si llegara a pasar algo entre ustedes...¿te imaginas lo que podría pasar?

―Mamá, esa persona y yo en verdad no tenemos nada que ver el uno con el otro. Él es el accionista de la empresa y yo le ayude a firmar el contrato. En realidad eso es todo ―murmuró con más convicción ante esa historia que parecía más creíble.

―Te creeré, pero no quiero que te involucres con él, no quiero que pase algo malo en la empresa si lo llegas a herir ―culminó para poder cambiar de tema, a otro que realmente le interesaba más. ―¿Cómo es que llegaste tarde a la excursión?, por lo que veo tu padre ha perdonado eso pero la verdad me causa curiosidad saber qué pasó.

―Olvidé que tenía una excursión ―inició a relatar, ―Josh se había ido ya y no había nadie que me llevara a casa, intenté pedir un transporte por el teléfono pero se me acabó la batería, después comenzó a llover y una motocicleta me salpicó de lodo encima, fue ahí cuando...alguien se apiadó de mi y me llevó en esas condiciones hasta la empresa.

―¿Eso fue todo?

―Por supuesto, así fue como sucedieron las cosas ―dicho todo ella se dio la media vuelta y salió de la habitación de sus padres.

Serene caminó directo hacia su habitación, la cual se encontraba tras una puerta escondida en un estrecho pasillo, al frente se encontraba el baño y, básicamente, eso era todo lo que había en la segunda planta de su hogar.

Ella abrió e ingresó a la habitación mientras se quejaba de su madre. Ella jamás se preocupaba por sus asuntos,así que ahora era demasiado extraño que, de un momento a otro, las cosas que le pasaban le parecían de lo más interesantes.

Todo era culpa de Ferdinand. Haber mandado todas esas flores había sido una mala idea de su parte, era obvio que el pobre no tenía ni idea de que sus padres fueran tan controladores, pero hubiera meditado un poco más antes de tomar la decisión de mandarlas y, posteriormente, de llegar a su casa sin previo aviso.

Estaba sentada sobre el colchón de su cama cuando escuchó que alguien azotaba la puerta del baño, posteriormente el agua del lavabo emitió un fuerte ruido y ella se levantó para ver quién estaba ahí, pues se habían escuchado claramente las pisadas de alguien más subiendo al segundo piso.

―¿Papá? ―murmuró esperanzada a que fuera él y no Ferdinand.

Serene abrió un poco la puerta de su habitación y se quedó espiando por una rendija, fue entonces que pudo ver a Ferdinand saliendo con la cara y el cabello mojado. «Por lo menos es alguien limpio» pensó mientras apoyaba su peso sobre la puerta, olvidando así que estaba abierta.

La chica cayó de frente ante los pies de Ferdinand y, el pobre hombre, recibió de lleno el golpe de la puerta en la cara. Pronto comenzó a gotear sangre de su nariz y él corrió de regreso al baño.

―Gracias por tu ayuda para levantarme ―murmuró Serene con sorna.

―Gracias por romperme la nariz, siempre quise una cirugía ―reclamó el chico mientras tomaba un poco de papel para detener el sangrado.

Amor por accidenteWhere stories live. Discover now