Papirpose (Bolsa de Papel)

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Kim Minseok era un duende muy singular,
que con su brillante sonrisa
hacía a los humanos soñar y soñar.

Kim Minseok al cada sueño poseer
hacía a su caldero crecer y crecer

Kim Jongdae sus propios sueños no podía conseguir
Así que robó el caldero del pobre Min.

Sin su caldero, entre los duendes, ya no podía vivir
Entonces a la tierra viajó
en busca de un humano
que pudiera sus suerte revertir

y demostrarle a ese duende tramposo
que de manera honesta también se puede vivir

~

Al abrir los ojos se encontró en un parque. Eso le pareció extraño porque al cerrarlos, deseó con fuerza encontrar un humano sin sueños. Minseok deseaba recuperar su oro rápidamente, y de manera honesta, y eso sólo era posible si conseguía que un humano sin sueños soñase.

En el parque sólo había niños jugando, creyéndose los dueños de un fuerte impenetrable, arrojandose arena como si fueran bolas de nieve y hamacándose más y más alto para luego tirarse hacia adelante con los brazos extendidos como si pudieran volar. Los niños sueñan tanto, dormidos y despiertos, que cada sueño equivalía a una moneda de oro.Pero Minseok era alguien sumamente positivo así que, en lugar de resongar, tomó prestada una bolsa de papel de un carrito de pochoclos y comenzó a juntar una a una las monedas de oro.

juntando estoy, juntando estoy, juntando estoy, juntando estoy

Cantando su improvisada y repetitiva canción, Minseok recorría el parque juntando las monedas que los niños dejaban a su paso. De tanto agacharse, su espalda comenzó a doler, pero él no se rindió y siguió hasta que la noche cayó y todos los niños retornaron a sus hogares.

Era una tranquila noche de primavera, con el aroma del rocío impregnando sus fosas nasales y el viento cálido revolviendo sus cabellos y mezclando el recuerdo de las risas de los niños con los murmullos de las ninfas del parque.

A minseok nunca le gustó estar de noche en el mundo humano. Mucho menos solo, pero por alguna extraña razón se sentía a gusto allí. Quizás fuera por la mágica música de las hadas tilín que pululaban por el parque, iluminando los arbustos y la copa de los árboles con su resplandor dorado. O quizás por los alaridos de las ninfas del lago:

- ¡Ayy pero qué guapo es!
-Miralo caminando con sus manos en los bolsillos
- Ahh es tan apuestooo

Minseok se rindió a su curiosidad y se dirigió hacia el lago. A metros de llegar se encontró frente a frente con un humano de expresión desinteresada. Su porte y su altura lo hacían parecer alguien adulto, pero la ternura en sus ojos delataba su corta edad ¿Veinte años tal vez?

Pero lo que llamó la atención del duende no fueron sus pequeños ojos avellana, sino la ausencia de sueños en su aura.

Los niños humanos despiden sus sueños como si fueran pulgas saltarinas, mientras que en los adultos, los sueños se reflejan en su aura. Esta se densifica llegando a formar figuras de humo de colores, que pueden incluso estar en movimiento si el deseo de que el sueño se haga realidad es muy fuerte. Pero el sueño no se aparta de sus cabezas, así que los duendes para conseguir sus monedas, deben amasar el humo como si fuera arcilla hasta separar el sueño del aura como quien separa la masa excedente de la figura modelada.

Pero el joven frente a él no tenía formas de humo sobre su cabeza, tan solo un aura limpia, uniforme, que se ajustaba perfectamente al contorno de su cuerpo en un color verde desagrado. Quizás los murmullos descarados de las ninfas hacían arder sus oídos aún cuando los humanos no son capaces de ver, ni de oír a ninguna criatura mágica.

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