5. No hables de las clases

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  Cuando desperté, Granger estaba saliendo de la habitación y las otras dos seguían durmiendo, por lo que supongo que no es ni muy tarde ni muy temprano. Me dirigí al baño para ducharme, luego cepillé mis dientes y me puse el uniforme. Antes de bajar, guardé una carta que escribí la noche anterior para mis tíos, después veré cómo enviarla.

  En la Sala Común estaban Harry y Ron esperándome, y entre los tres logramos llegar al Gran Comedor a tiempo para el desayno y para que nos entregran nuestros horarios.

--Allí, mira.

--¿Dónde?

--Entre el pelirrojo alto y la castaña.

--¿El de gafas.

--¿Has visto su cara?

--¿Has visto su cicatriz?

  Ese tipo de comentarios nos siguieron durante toda la semana, pero eso no fue lo único molesto. Es impresionante la facilidad con la que puedes perderte en Hogwarts: hay puertas que en realidad no lo son, puertas que se abren al hacerles cosquillas, pasadizos secretos por todos lados y todo tipo de escaleras, algunas tienen escalones que desaparecen y por los que te puedes caer (lo sé porque casi me caí en uno). Tampoco ayuda mucho que casi todo tenga vida propia, que los fantasmas aparezcan en cualquier momento y que el horrible celador te persiga todo el tiempo.

  Aunque Filch no es tan malo si lo comparas con su horrenda gata a la que provoca patearla siempre que la vez. Ellos son la dupla del terror, incluso Peeves parece inofensivo a su lado. Y a todo eso, se le podría añadir que nadie conoce los pasadizos mejor que ellos (excepto tal vez los gemelos Weasley).

  Fred y George volvieron a ofrecer que me uniera a su equipo de bromas y acepté, pero les aclaré que mi participación no sería al cien por ciento. Entre intentar no pederme en el castillo y las clases, apenas he tenido tiempo para respirar. Las clases no son tan complicadas pero cada una tiene lo suyo, las que menos me han gustado son Herbología e Historia de la magia, ambas se me hacen tediosas; Astronomía y Encantamientos son muy entretenidas, solo un tonto las odiaría pues el simple hecho de tener una asignatura solo para estudiar el cielo nocturno es maravilloso y el profesor Flitwick es muy chistoso y siempre busca la manera de que todos sus estudiantes se sientan cómodos.

  Minnie terminó siendo tan estricta como aparenta pero su clase es sumamente fascinante. Después de una asombrosa presentación y muchas anotaciones, nos dio una cerilla para intentar convertirla en una aguja. Al final de la clase, solo Granger y yo pudimos hacerlo. Todo lo contrario a la marsvillosa clase de Transformaciones, fue la farsa de Quirrell. Estoy segura de que ni siquiera Binns, el fantasma profesor de Historia de la magia, podría arruinar una asignatura de esa forma.

  Ya es viernes, por fin acaba la semana, bajé temprano al Gran Comedor para desayinar rápido y poder responder la carta que mi familia me había enviado, así que fui a la biblioteca para así matar dos pájaros de un tiro: conocer esa parte del castillo y contestar la carta. Antes de salir, tomé un libro de transformaciones para complementar con el que ya tengo. Tanta era mi emoción con el libro que salí al pasillo leyendo, lo cual fue un error pues choqué con alguien e hice que mi mochila se cayera, regando mis cosas por el pasillo.

--Oh, lo lamento mucho, a veces no me fijo ni por dónde voy -- dije como excusa mientras me agachaba a recoger mis cosas, sin mirar con quién choqué.

--No te preocupes, Sofia -- dijo esa persona, logrando que lo mirara.

--Ah, hola Cedric -- saludé apenada --. No es necesario que me ayudes, puedo sola.

--No es molestia -- dijo recogiendo mis cosas y ayudándome a levantarme --. Esta mochila pesa demasiado, dejame acompañarte.

--No, llegarás tarde a tus clases -- exclamé sonrojada.

Soy Tu Prima: La Hija de... ¿Sirius Black? [HP. 2nd Generation]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora