XIV. El Desastre 🎈

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Mentiría si digo que eso no dolió, porque esas palabras se calaron en mi cabeza y me atravesaron, y aunque hubiese deseado desaparecer para echarme a llorar en un rincón, mi realidad era diferente, así que levante mi mentón y me dispuse a fingir que sus palabras no me afectaron en absoluto.

—Pues esta chica no tan bonita y sin tener nada de "especial" tiene su atención diariamente. —hago comillas con mis dedos. —Y lamento que tengas una vida tan patética como para tener que descargar tu odio en alguien en tranquilidad como yo, pero ya me cansé. —le doy la espalda y planeo seguir mi camino hasta salir del pasillo, pero ella me jala del brazo e inevitablemente golpeo su mano, haciendo que un montón de manotazos venga hacia a mí así que comienzo a regresarlos del mismo modo.

Yo en serio no quería pelear, pero no dejaré que sea ella la que me joda solamente.

Entre tantos golpes no me doy cuenta de que se acumulaba gente a mi alrededor, y cuando menos lo imagino, el grito de alguien con autoridad hace que se callen de inmediato.

— ¿Qué está pasando? —el profesor de historia aparece entre todos los estudiantes que hace unos segundos estaban haciendo mucho desorden y nos da una mirada severa. — ¿Qué les pasa? ¿No se supone que son señoritas y se comportan como se les otorga la responsabilidad de la palabra?

A regañadientes Ashley se aleja y se comienza a acomodar su cabello como si le diera asco, viéndome de reojo.

Obedecemos al profesor cuando dice que debemos ir a la oficina del director rápidamente y con mi ceño fruncido camino hacia allí con Mila a mi lado, su cabello estaba un poco desordenado y en su brazo pude ver algo de sangre.

En un intento de acomodar mi aspecto parecido al de Mila, paso las manos por mi cabello e intento limpiarme la sangre de la boca. Creo que me mordí internamente.

Joder, como odio parecer una salvaje cuando realmente no lo soy.

Veo de reojo a Ashley y sus amigas y aunque sé que no debería, una sonrisa de triunfo se posa en mis labios. Después de todo este regaño, felicitaré a Mila por el gran golpe que dejó en la mejilla de una de sus amigas.

Cuando llegamos allí Ashley abre la puerta con lágrimas en los ojos, dramatizando todo.

—Por qué no me sorprende... —susurra el director viéndonos y negando con la cabeza. — ¿Puedo saber la razón por la cual ustedes estén aquí? —Ashley, como era de esperarse, es la primera en hablar.

—Ella fue la que comenzó todo este desorden. —me señala y alzo una ceja. Con que también se hace la víctima.

Seguramente se llevaría de maravilla con Natalia.

—Pero como te veo aquí, supongo que seguiste el juego. —le responde el director.

Ashley comienza con su discurso de niña buena diciendo todas y cada una de las palabras que salieron de nuestras bocas, distorsionando muchas, y aunque quisiera interrumpirla diciendo las que salieron de la suya, sé que se volverá una competencia de quien tendrá la palabra, así que decido no decir nada hasta que ella deje de hablar.

Al terminar el director nos ve fijamente a mí y a Ashley y une sus manos como si pensara.

—No fingiré que por mi oficina no pasan los rumores. —Ashley gruñe roja de rabia, y yo río malhumorada. —Y por hacerme reír un poco y creer que esto es un parque de diversiones para estar haciendo revuelo en los pasillos de mi instituto, pasaran tres horas en detención al final del día por una semana. —abro mucho mi boca al escucharlo.

— ¡¿Qué?! —se escucha en toda la oficina nuestra queja, y es en lo único que yo podría estar de acuerdo con la idiota de Ashley.

—No pienso escucharles ninguna queja, suficiente tengo ya con saber que se comportan como animales en mi instituto. —masajea sus cienes y nos hace una seña de que nos podemos ir. —Espero que esas horas en detención las haga reflexionar sobre su comportamiento últimamente.

Serendipia © [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now