Capítulo 4

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Luego de que el sujeto ojiverde se fuese caí inconsciente, no recuerdo que pasó después sólo sé que cuándo desperté estaba en un cuarto diferente al de la primera vez. Ya no tenía el vestido, llevada una bata de seda color amarillo. Me levanté y camine por la habitación, había un baño con cerámica muy bonita de color azul, una tina y una regadera además del lavamanos. Me observé en el espejo del baño, en mis hombros se asomaban unas manchas de colores moradas y amarillas. Estaba descalza y sin importarme mucho que pudiera hacerme el desconocido salí de aquella habitación, camine por un largo pasillo dónde habían un par de puertas más—Probablemente eran habitaciones, no estaba segura—Crucé a mí derecha encontrándome con una sala enorme dónde se podría apreciar una vista impresionante de las montañas debido al balcón, camine hasta la barandilla de esté y me apoye en él. La brisa golpeó mí rostro y piel provocando un ligero escalofrío que hizo que mí piel se erizara.

—¿Ya te sientes mejor?—Me giré para ver al ególatra de mí secuestrador de pie en la barandilla del balcón, ¿A caso no le daba miedo caer? —Tuviste suerte de no enfermarte

—Lo sé, mamá solía decirme que de niña me resfriaba mucho por jugar bajo la lluvia—Sonreí ante el recuerdo, creí ver una ligera sonrisa de lado de parte del castaño—No sé por qué me trajiste aquí, no te estoy reclamando—Lo corté cuándo hizo un ademán de responder—Quisiera ver a mamá, saber si está bien

—Eso es imposible

—Ya veo—Musite viendo hacía las montañas—No sé tú nombre—Recordé—No creo que quieras que te llame desconocido o egocentrico ¿Verdad?

—Juan, ese es mí nombre—Dijo con la mirada fija en las montañas—

—Yo soy Zoey pero eso ya lo sabes—Fijé mí vista en él—

Me mantuve callada viendo hacía las montañas, él se mantenía estoico a mi con el ceño fruncido. Me preguntaba quién era él y porqué me había traído consigo, quería respuestas pero sabía que él no iba a dármelas. Parecía ajeno a mí y a lo que lo rodeaba, probablemente pensaba en una nueva forma de torturarme. No quería más torturas, aún tenía pesadillas sobre aquellas imágenes que predecían la muerte de mis padres.

—Estás mordisqueando tú labio, Zoey. Eso lo haces cuándo algo te preocupa—Enfoqué mí vista en él, ¿Cómo lo sabía?—No tienes que preocuparte de nada, estás a salvo

¿A salvo? Él me tenía, por supuesto que no estaba a salvo

—Mmh, bueno—Reste importancia—

Una azabache saltó de roca en roca hasta llegar al balcón, estupefacta la observé cómo aterrizaba en la barandilla del balcón sin un rasguño o hueso roto. Sus ojos verdes me observaron y una sonrisa apareció en sus labios cuándo me vió, se bajo de la baranda y se acercó a mí para luego abrazarme. Me paralicé ante aquel acto, ¿A caso nos conocíamos? ¿Porqué yo no la recordaba?

—Al fin estás aquí, Zoey—Hablo ella emocionada—

—No, no, Helena—La cortó el castaño—Ella no es mi Zoey

Helena frunció el ceño—¿De que estás hablando?

Él se encogió de hombros—Ella no es mi Zoey

Si yo no era su "Zoey" ¿Porqué no me dejaba ir?

—Estoy completamente segura que ella sí lo es, la estuviste buscando por diecisiete años y ahora me dices que ella no es tú Zoey. ¿Que diablos me estoy perdiendo?

No eres la única que se está perdiendo de algo, Helena

—Espera un momento, ¿Me buscaste por diecisiete años?—Ambos fijaron su vista en mí—Me raptaste, me sacaste del hospital sin avisarle a mis padres y sin mí consentimiento—Ennumere con mis dedos—Y ahora dices que no soy tú Zoey,¿Porqué rayos no me has dejado ir entonces?

Impire «Maluma» "Editando"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora