- Hey, ¿vienes a pedirme más ropa?
- No, idiota -le contesté con una sonrisa- Vengo a devolverte tu ropa. Gracias por el préstamo.
- De nada.
Christopher cogió la ropa.
- No te extrañes si no me ves en una temporada.
- ¿Y eso?
- Me voy de viaje con un amigo.
- Un amigo, ¿eh? -él me lanzó una mirada cargada de perversidades.
- Sí, un amigo.
- ¿Y a dónde vais?
- Creo que vamos a recorrer el país en general.
- Pero estarás aquí para el baile de graduación, ¿no?
- Creo que podré hacer un esfuerzo.
- Bien.
Me despedí de él. Mi madre y yo bajamos mis maletas y nos quedamos ahí esperando a Sam.
- ¿Lo llevas todo?
- Sí, mamá -dije cansada de ella- No se me olvida nada.
- Recuerda comer equilibradamente.
- Mamá, ya. Detente. Voy a estar bien.
- Más te vale.
A lo lejos vi el coche de Sam, o del hermano, acercándose a nosotrasAparcó delante nuestra y nos saludó.
- ¿Lista? -preguntó Sam.
- Espera un momento -me giré y miré a mi madre- Me tengo que ir.
- ¿Estás segura de esto? -preguntó apenada.
- No te me pongas tristona, no me voy a la guerra.
- Pues casi, casi -murmuró por lo bajo Sam, mi reacción fue meterle la cabeza dentro del coche.
- Vendré a visitarte, solo es un viaje.
Mi madre me abrazó.
- Te quiero, hija.
- Y yo a ti. Pero sigo diciendo que estas sacando las cosas de quicio.
Abrí la puerta del coche y me metí dentro.
- Qué bonita despedida.
Ignoré su comentario.
- Y bueno, ¿a dónde nos vamos?
- A Dakota del Sur, ahí tengo un amigo que nos podría ayudar con el tema del demonio.
- Guay.
****
Llegamos a Dakota del Sur sin problemas. Bajamos del coche. Sam picó a la puerta con normalidad y tranquilidad, todo lo contrario a mí, que estaba hecha un manojo de nervios.
En unos segundos, un hombre mayor con una gorra desgastada nos abrió la puerta.
- Sam, ¿qué tal vas? -luego se fijó en mí y miró a Sam esperando una explicación.
- Es Emily, una amiga.
- Hola.
- Bobby Singer -se presentó- ¿Eres cazadora?
- Aún estoy en prácticas.
- Tú no estás en prácticas porque no vas a ser cazadora.
- Ya hablaremos sobre eso.
- Me prometiste que no ibas a meterte en el terreno sobrenatural, solo turismo, ¿recuerdas?
- Claro...
- En fin... pasad -Bobby se hizo a un lado y nosotros entramos- ¿Qué os trae por aquí?
- ¿Podrías encontrar a Azazel?
- Si no da señales de vida no.
- Mierda.
- ¿Qué tal va Dean?
- Un demonio intentó matarle en el hospital.
- ¿Qué?
- Por suerte llegué a tiempo y me deshice de él. He dejado a unos cazadores vigilándolo.
- Por ahora no tengo nada -dijo Bobby- Pero te llamaré si encuentro algo o a alguien.
- De acuerdo. Gracias de todas formas, Bobby. Oye, ¿antes de irnos podemos usar un momento la parte trasera?
- Claro, ¿para qué?
Sam sin decirle nada a Bobby, me llevó a la parte trasera de la casa dónde. A lo lejos habías varias botellas alineadas.
- ¿Qué hacemos aquí? -le pregunté a Sam.
- Me gustaría ver tu puntería.
- ¿Mi puntería? ¿Para qué?
- Te vayas a meter o no en problemas con monstruos, lo mejor es que sepas usar un arma.
- Mi puntería es perfecta, ya te lo anticipo.
Sam se sacó de la parte trasera de sus vaqueros una pistola.
- Demuestramelo.
Cogí la pistola y apunté a las botellas. Comencé a disparar hasta que me quedé sin munición, solo le había dado a una.
- Una de diez -dijo Sam divertido- Que buena puntería.
- No es por dejarme en ridículo, pero sinceramente, en ningún momento había apuntado a esa botella.
Sam me miró alucinado.
- Como para que las armas de fuego no son lo tuyo, ya te enseñaré algo de defensa personal.
- ¿Quién eres ahora, el señor miyagi?
- Más o menos.
- Ah, pues que bien.
Capitulo 4: El inicio
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