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Disclaimer: Hetalia Axis Powers pertenece a Hidekaz Himaruya.

Advertencias: Temática slash (hombre/hombre). Incesto.

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Los hermanos Vargas eran conocidos por lo coquetos que se volvían cada vez que tenían a una chica cerca. Desde que habían llegado a la universidad que tenían esa reputación.

Por supuesto que a ellos no les desagradaba, más bien siempre hacían gala de las buenas maneras y técnicas que tenían para hacer caer a cualquier chica, o chico -si la situación lo requería-, que quisiesen.

Tenían la costumbre de coquetear con la primera chica que pasara frente a ellos. Si todo iba bien, tendrían una cita, luego otra, y finalmente se excusarían con algo para no tener que verlas más; en lo posible por el resto de sus vidas.

Tanto Elizabeta como Emma, amigas de toda la vida de cada uno, les advertían que nunca nada bueno saldría de ese comportamiento, pero ellos hacían oídos sordos y seguían con lo mismo.

Todo siempre fue espectacular. Al menos hasta que, para mala suerte de Lovino, luego de que él dejara a una de las tantas chicas, ésta se obsesionara con él hasta el punto de llamarlo continuamente e incluso, hacer visitas sorpresas a su piso de estudiante.

-¡Emma debes ayudarme! -decía, más bien rogaba, frente a su amiga, quien mantenía una expresión neutral en su rostro- ¡Hazte pasar por mi novia! ¡Solo un día!

Desagrado fue lo primero que pasó por su rostro, luego cansancio acompañado de un suspiro. Por un momento Lovino pensó que aceptaría y le ayudaría.

-Claro que no.

-¡Pero Emma...!

-¡Te lo advertí! Que no jugaras con los corazones de las chicas porque saldrías perdiendo, pero no me hiciste caso.

-Te puedo asegurar que esta chica no tiene corazón.

-No lo tiene más gracias a ti.

A pesar de que fueron sólo palabras, Lovino sintió como si le hubieran apuñalado el estómago.

Sabía que era así, aunque jamás lo admitiría en voz alta y mucho menos frente a alguien más.

-Ahora te las arreglarás sólo. ¿Te parece si luego me cuentas como te fue? Nos vemos.

Emma cerró la puerta. Lovino se quedó allí, de pie, sin saber qué hacer. Se sentía perdido.

Pronto escuchó unos pasos acercarse. Asustado se giró a mirar y le pareció escuchar una voz demasiado conocida. Optó por lo sano y salió corriendo de ahí, apurado en llegar a su habitación.

Cuando llegó intentó rápidamente sacar las llaves, pero como suele suceder en estos casos, no las encontraba. A lo lejos vio una figura conocida, conforme se fue acercando logró reconocerla, y como había esperado, se trataba de Victoria, la chica que ahora lo perseguía como si no tuviese nada más importante que hacer.

Lovino se apresuró aún más, y en cuanto puso las llaves en la cerradura, la puerta se abrió sola y se encontró con su hermano menor del otro lado.

-¿Qué haces aquí? -preguntaron a la vez, uno asustado y el otro sorprendido.

Lovino miró a su hermano y notó que este traía una camisa que él se había comprado hace poco.

-Feliciano, ¿a dónde crees que vas con mi ropa?

Gotas de sudor frío cayeron por el cuello del menor, luego simplemente soltó lo primero que se le vino a la cabeza.

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