Una Visita Inesperada

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—Tú sorpresa no tarda en llegar —no está demás en decir que otra ronda de celos cruzó por la cabeza de Gerardo.

—No sirve de nada decir que no es necesario que me des algo.

—Y como ya te dije, no es algo material —se encoge de hombros —. Los tiempos son terribles honey, ya ni siquiera te alcancé a comprar flores y eso que no eres de enero.

—Ven a verme más seguido, con eso es más que suficiente —le da un fuerte abrazo. Gerardo se encuentra más verde que Hulk. Verde de celos.

—Lo prometo mi chula, me vas a ver como mínimo tres veces por semana —se inclina y le da un beso en la mejilla. ¿Alguien se puede morir de celos? Porque el hombre no tarda —. Ahora si me disculpan, ésta guapura se les escapa.

— ¡Por Dios Ricardo!

—Bye, bye —como Gerardo se encuentra a espaldas de él. Ricardo gesticula con los labios un perfecto mientras lo apunta y sale de la casa.

— ¿Por qué él no estaba el otro día? —pregunta el hombre con un tono algo duro.

—Él tiene problemas con su familia, debido a sus preferencias sexuales —él suspira al escuchar eso, y acto seguido se disculpa mentalmente por pensar mal del tipo —. Pero siempre me estuvo apoyando, incluso cuándo Ian no podía hacerlo.

— Se ve que es una persona sencilla y agradable —añade en un tono más agradable. Ahora entiende que sus celos no están fundamentados.

—Lo es y además de eso, es muy bromista.

Después de eso, los dos caen en el temible silencio incómodo. Ninguno de los dos sabe cómo continuar la plática, ya que siempre estuvo la niña de por medio.

—Debo confesarte que la pasé muy bien con tú familia —el castaño es el primero en romper el silencio —, y ni que decir de tus amigos —ella lo mira con timidez —. Hace mucho que no pasaba una velada tan agradable, por lo que debo darte las gracias.

— ¿A mí? —Asiente —, ¿Por qué?

—Por dejarme acompañarte esa noche —se aclara la garganta —, me refiero a todos nosotros.

—Yo también debo agradecerte —le confiesa con un poco de valor —, gracias a tus anécdotas lograste subir mi estado de ánimo.

—No es nada —pasa una mano por su cabello —, pero ya que estamos en los agradecimiento quiero agradecerte por cantar junto a mí — ¡Dios mío! El corazón de la chica late al mil por hora, no quería tocar el tema justo ahora —, yo ni en sueño me hubiera animado a hacer eso.

—Es que todos mis amigos hacen que uno se sienta en casa.

— ¿Te has de estar preguntando a que se debe el motivo de mi visita? —cambia el tema de inmediato.

—La verdad no —mentira, es una pregunta que no deja de rondar por su cabeza. Para disimular los nervios, empieza a jugar con sus manos —. Supongo que algo relacionado con Sofía —niega con la cabeza.

—En unas semanas va a ser nochebuena, nosotros cada año damos un baile en esa fecha, de gala en el hogar —no deja de ver su rostro para no perder de vista ni la más mínima expresión — Y me gustaría que fueras.

—Yo no lo sé...

—Creo que no te lo he pedido como se debe —ella pasa saliva con dificultad —, ¿aceptarías venir al baile de navidad? —un grito interno exige ser liberado al escuchar la petición de ese hombre

—Acepto —sonríe a lo bruto.

—Me alegra escuchar esa respuesta —le sonríe sin dejar de mirarla —Evangeline, yo debo decirte algo...

Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora