Capítulo 02.

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EL ARTE IGNORA AL MUNDO



—¿Sabes dónde queda tu salón? —Le pregunto a Meghan mientras reviso mi horario.

Acabábamos de ir a dejar a Mason a su escuela que queda separada de la nuestra. Él está en séptimo de secundaria, Meghan en primer año de preparatoria y yo en el último. Nuestro instituto está a unas dos cuadras de la secundaria de Mase, aunque me he acostumbrado a verlo por los pasillos —o en la biblioteca, donde acostumbra a escabullirse en los descansos—, me alivia saber que está cerca.

—Mack, el lugar no es tan grande como para perderse y el horario tiene un mapa. No soy tan idiota —replica.

Sí, sigue con un humor horrible.

—Ah, no lo vi. —Hago una mueca—. Tengo química ahora, ¿y tú?

Meghan me mira entre divertida y molesta aún.

—Sigo sin entender cómo puedes ser tan despistada y tener tan buenas calificaciones.

—Qué chistosa —ironizo—. ¿Qué te toca?

—Matemáticas.

La observo. Se ha alisado su castaño cabello naturalmente ondulado, lleva un ligero maquillaje sobrio a tono con su color de piel, unos jeans claros, camisa blanca manga larga de un material que me recuerda a la esponjosa cola de un conejo y un abrigo negro largo a juego con los botines. Está tirando de las correas de bolso con ahínco y le falta poco por terminar de arrugar el horario.

Aún no salimos del estacionamiento. Meghan se rehusa a dar un paso y yo no voy a dejarla sola.

—¿Nerviosa? —tanteo.

Me gano una fea mirada por parte de sus grises ojos.

—¿Qué te hace creer eso? —bufa.

—Meghan, eres la chica bonita e inteligente del salón —señalo—. Donde sea que nos mudemos, no tardas en hacerte amigos y en encajar. No será diferente aquí. Y si tienes problemas, siempre puedes decirme.

—Y convertirme en la niñita que se esconde tras su hermana mayor —refunfuña—. Puedo arreglármelas sola. Es sólo que... —titubea un poco— Eso era en la ciudad. Esto es diferente. Quizás a la gente de aquí no les agraden las personas de afuera.

—Si tu no eres desagradable con ellos, ellos no tendrían por qué serlo —replico—. ¿Recuerdas lo que siempre decía la abuela?

—"No hagas lo que no te gustaría que te hicieran" —cita y suspira—. Sí, tienes razón.

—¿Vamos?

Ella asiente.

El instituto que se alza ante nosotras no es muy diferente a los que habíamos asistido antes. Es más pequeño, pero se ve bastante bien. Tiene sólo dos pisos, pintado de blanco y algunos tonos grises lo adornan por aquí y por allá, a lo lejos se ve una gran reja que separa el edificio del enorme bosque que lo rodea y lo hace verse fuera de lugar en un sitio con tanta naturaleza alrededor.

El interior tampoco es distinto a las otras escuelas. Pasillos, casilleros y muchísimas aulas. Tenemos que pasar por la oficina de dirección para entregar nuestros papeles, lo cual es bastante rápido ya que la secretaria que nos atiende los revisa en menos de un minuto y con una sonrisa nos da la bienvenida.

—Mi casillero queda por aquí —dice Meghan, apuntando hacia la dirección contraria a la que voy.

Asiento.

I. The Calling ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant