2. Manzana y canela

Começar do início
                                    

Diez días habían transcurrido desde entonces y nadie sabía si el colegio reabriría sus puertas para el próximo ciclo escolar. Víctor esperaba que sí, ya que, en ese momento, Susy empezaría una nueva e importante etapa en su vida: la primaria. Cursarla en la misma institución resultaría en una forma de ayudarla a mantener su normalidad; él no quería que fuese transferida por ese motivo.

Además de eso, hacía unos días, se había enterado de que Daniela Zarahi, la maestra de Susy, se había marchado de la ciudad tras lo acontecido con Jenny. No dijo a dónde iría, ni siquiera cobró su liquidación. Podía decirse que se desvaneció en el aire luego de ser declarada inocente de negligencia por las autoridades. Susy todavía no estaba enterada de eso y, si era sincero consigo mismo, a Víctor le daba repelús contárselo.

«¿Qué tal si los sueños son una premonición y no simples pesadillas?», se preguntó Víctor y frunció el ceño al tiempo que apretaba los dientes. ¿Jenny de verdad descansaba en paz o, además de presenciar su muerte, Susy también la vería vagar por el colegio ahora cual alma en pena? De ser así...

—¡Por fin, vendrá a pasar la noche! —gritó Hans lleno de alegría al otro lado del teléfono, lo que apartó a Víctor de sus pensamientos—. No te imaginas lo nervioso que me siento.

—Ah, sí... —respondió Víctor, distraído. No había escuchado nada de lo que Hans decía, así que se limitó a dar una respuesta genérica bajo la suposición de que hablaba sobre su pareja—, parece que todo está marchando bien, hermano. Felicidades —añadió.

—Gracias. Al final, tenías razón sobre nosotros. —Víctor infló el pecho con orgullo ante esas palabras y después escuchó a Hans emitir un suspiro—. Stephen es... perfecto.

Víctor negó con la cabeza y sonrió. Era tierno que su mejor amigo se diera una segunda oportunidad. Si bien hacía más de dos años que había terminado su relación con Doris, él podía darse cuenta de que ese sentimiento agrio aún no estaba del todo fuera de su corazón. Aunque Hans había enfrentado al dolor en soledad y silencio, esa ruptura le había hecho mucho daño.

—Deberías preparar algo especial, así todo se conducirá de forma natural —sugirió Víctor. Hans emitió un sonido con la boca y le dio a entender que escuchaba su recomendación—. Cocina algo que a él le guste mucho, prepara una noche de karaoke, no sé. Que sepa lo importante que es para ti.

—Se lo he dicho.

—Eso no basta, demuéstraselo con acciones. Hazlo sentir que para ti no hay, ni habrá, nadie más.

—Tienes razón, así lo haré. Gracias.

Víctor sonrió antes de que su vista regresara a Susy, después la posó en el mal cosido peluche de pingüino y vio cómo la niña lo lanzaba hacia el techo. Luego, tomó a un peluche con forma de perro; peleaban con fiereza contra un ser oscuro que pretendía agotar el agua del mundo. El muñeco que tomaba el papel del villano era un gato de foami2 que Dany les enseñó a hacer en clase.

—¡Vamos, tenemos que sacarlos de aquí, Doctor Can! —gritó Susy de pronto. La niña fingía una voz apenas más grave para darle una personalidad propia al pingüino. Luego se puso de pie y cargó en brazos a dos muñecos mientras corría alrededor del sofá—. ¡El olor se está volviendo muy fuerte! ¡Nos queda poco tiempo!

El olor. Víctor se inclinó sobre el sofá al darse cuenta de que dio por hecho algo muy importante, algo que podría ser el origen de las pesadillas de su hermana. Susy podía predecir varias situaciones por el aroma que despedían las almas, entre ellas, la muerte. No conocía nada que pudiese nublar esas habilidades, así que tal vez el incidente de Jenny no había tomado a Susy tan desprevenida como había pensado.

Papi, estoy de regreso [S.O. #1] (COMPLETA)Onde histórias criam vida. Descubra agora