2: Un Oscuro Vacío

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- ¿Eh?... - Expresó Ana de manera leve y simple su extrañez ante las palabras de Alex, abriendo por primera vez la boca para hablarle de cara.-

- Es broma, es broma... - Quitó importancia Alex, continuando con su leve risa que poco a poco se iba acabando.- Ahora que hemos roto el hielo, me gustaría que me respondieses. - Insistió una vez más, pero Ana también retomó su actitud, ignorándole.- Es de mala educación ignorar a las personas así, ¿lo sabías?... sólo quiero charlar un poco, que me digas a qué ha venido ese espectáculo de dejar el partido a medias. - Insistía cada vez con menos entusiasmo, volviéndose algo más serio.- Odio a las personas como tú que no tienen fuerza para pelear ni orgullo propio para defenderse. Pero ya que has cometido el error de dejar un partido contra mí a medias, espero que lo seas para responder a mis preguntas también, y no esconderte en ese caparazón de cría.- Presionaba aún más, pero Ana no soltaba prenda.-

De ese modo permanecieron unos interminables e inaguantables segundos en silencio, hasta que Ana cogió su bolso de deportes del suelo, y caminó hacia la salida, pasando por el lado de Alex, enfureciéndolo.

- Ni se te ocurra irte. - Expresó con un tono sombrío, agarrando a Ana del brazo mientras estaba le daba la espalda.- Quédate aquí. - Añadió este ejerciendo algo de presión sobre el brazo de Ana, manteniéndose volteado a ella.-

- << Quédate... >> - Machacó un recuerdo la mente de Ana, recordando una vieja voz masculina.- << ¡Quédate aquí! >>

El pequeño cuerpo de Ana se inmovilizó al instante. Se quedó paralizado e inerte. Un cruel sentimiento habían roto todas las cadenas que tenía desde lo más profundo de su ser, y se había desplazado hasta su corazón, enredándolo, apretándolo hasta pretender dejarlo sin vida. Una sensación de descompostura sumió a Ana en un solo segundo, destrozándola en menos de lo que tarda una persona en chasquear un dedo.

Alex se percató del leve temblor de Ana, riendo con tenuidad al pensar que la chica tenía miedo, pero su reacción cambió nada más sentir al cuerpo de Ana caerse, haciéndolo girarse. Ante sus ojos, la pequeña chica se hacía un ovillo en el suelo protegiendo su cabeza con ambas manos, temblando sin poder serenarse. Él tardó un segundo en caer que no estaba mintiendo, volviendo a la realidad, reaccionando.

- ¡Voy por ayuda, espera aquí! - Pronunció en voz alta Alex, intentando ir hacia la puerta, girándose nuevamente.- << No... no puedo dejarla sola... no en ese estado... ¿¡qué mierda he hecho!?... >> Ana, tranquila, estoy aquí, relájate. - Intentaba en vano serenarla con palabras suaves y un tono relajado, pero no surtía efecto. Ana ya estaba sumida en una oscuridad de la cual no podía ser rescatada.- ¡Ana!

Su chillido no surtió el efecto deseado, pero logró hacer reacción en Ana. La chica estiró su brazo izquierdo hasta alcanzar a Alex, sujetándole del cuello de la camisa. Apartó su mirada del suelo, entablando conexión con los ojos del chico. Aquellos bellos ojos turquesa se encontraban vidriosos, al borde del llanto, pero ella lo contenía con todas sus fuerzas.

- Por favor... no... no me hagas más daño... - Susurró Ana con una voz rota, destrozada y dolida. Su voz quebrada ni si quiera pudo oírse mucho más allá de la distancia que Alex se encontraba de ella. Con sus últimas fuerzas logró empujar con suavidad a Alex hacia atrás, desplomándose ella finalmente inconsciente, golpeando con dureza contra el frío suelo.-

Para Ana todo se volvió oscuridad. No existía luz que pudiese traspasar ese manto negro tan intenso que era imposible saber si se tenía los ojos abiertos o cerrados. No quedaban imágenes, ni recuerdos que pasasen por su cabeza. Toda emoción le fue extirpada en un santiamén con una brutalidad imposible de soportar para la mente.

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