—No quiero que me hables de usted —con paso decidido se acerca más a ella —. Creo que ya pasamos la barrera de la formalidad hace mucho tiempo —como era predecible, un sonrojo por parte de ella.

—Es por eso que le... ¡ay Dios! —recuerda lo sucedido hace unas semanas —. Es por eso que te debo una disculpa —el calor se le sube a la cabeza, fácil a unos cuarenta grados —. No debí hablar de esa forma.

—A mí no me debes ninguna disculpa, después de todo, el grosero fui yo —él la toma de las manos, y ella. Bueno, ella se encuentra en shock —. Mi hija por otro lado, te extraña mucho. En estas últimas semanas ha bajado su rendimiento escolar, solo se la ha pasado llorando en su habitación.

—Por como la vi diría que eso es mentira —una risita brota de sus labios —. Nunca la había visto tan feliz.

—Ahora lo está, gracias a ti —le sonríe con dulzura —. Tienes un buen efecto sobre ella.

— ¿Gracias? —lo mira confundida, todavía no se hace a la idea de él hablándole de esa forma.

—Por favor, regresa —suplica de repente sin dejar de mirarla a los ojos —. Haces mucha falta en la casa, y en lo más importante; en la vida de mi hija.

— ¿Qué hay de su prometida? —Pregunta muy a su pesar —. ¿Le agradaría la noticia de que yo vuelva?

— ¿Cuál prometida? —le interroga con una sonrisa en los labios. Ella queda con la boca literalmente abierta al escuchar eso —. Terminé con Elena, me di cuenta de que no valía la pena. Se abstiene de decir la verdad sobre su prometida —su corazón se acelera de inmediato —. Ella nunca iba a querer a mi hija y además...

— ¿Qué? —pregunta con temor al ver la profundidad de su mirada.

—Ella confesó todo —la rubia lo mira sin comprender —. Elena fue la que se encargó de levantar todos esos falsos hacia ti.

—Lamento mucho escuchar eso.

Hace un enorme esfuerzo al pronunciar eso. Por fuera finge aflicción, pero por dentro se encuentra bailando el gangnam style debido a la emoción.

—No lo lamentes —una risa escapa de sus labios —. Al contrario, debería celebrarlo —si este hombre supiera la fiesta que hace ella por dentro —. Me siento más relajado, sin darme cuenta ella me tenía con la soga al cuello —en toda la extensión de la palabra.

—Me da gusto por ti —susurra con temor.

—Aun no has respondido a mi petición —Gerardo toma un mechón rebelde y lo acomoda detrás de su oreja —. ¿Vas a volver?

—La verdad yo... —ella trata de soltarse de su agarre, pero Gerardo no la suelta.

Volver.

Si ella regresa, él sería nuevamente su amor secreto, su angustia. Su más hermosa angustia. ¿Acaso podría vivir con eso? ¿Con la angustia de amar a alguien que no la ama de igual manera?

—Sí, voy a volver —responde mirándolo a los ojos.

Gerardo le regala una sonrisa, de esas que a diario la habían matado en la ciudad. Podría verlo sonreír todo el día y no cansarse de hacerlo. Acto seguido la toma entre sus brazos para darle un abrazo.

Y la perdimos para siempre.

—Me alegra escuchar esa noticia —le dice una vez que se separan. Sus rostros están demasiado cerca, y él la mira con seriedad —. ¿En algún momento te han dicho que eres hermosa cuándo sonríes? — ¿De dónde salió esa pregunta? Solo él lo sabe.

Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now