»Todos tenemos penas, tú no eres la única. Pero ninguno se convierte en mártir a la primera prueba que se le aparezca por el camino. Denise es un buen ejemplo, ¿alguna vez la has visto flaquear por las infidelidades del idiota de su ex? —ella niega con la cabeza —. ¿Acaso viste hundirse a tus tíos con la amenaza de cerrarles la tienda? —la rubia abre los ojos como platos al oír eso.

— ¿Les iban a cerrar el negocio? —logra articular.

— ¿No sabias? —se carcajea —. Si eso sucedió la semana pasada.

La chica baja la mirada con culpa, ha sido una egoísta con su familia. Estaba tan metida en sus problemas que no se dio cuenta de los problemas financieros por los que pasaba su familia.

—Quiero que te des un buen baño, que te laves esa boca que apesta peor que un baño público, te vistas como Dios manda — le vuelve a ordenar —. Te espero en la sala para llevarte a dar un paseo.

●●

—Lamento si me escuché grosera —Rebecca es la primera en hablar. Las dos se encuentran sentadas en la plaza de Ajijic —. Pero en serio necesitabas que alguien fuera dura contigo.

—Supongo que todos necesitamos dureza en la vida, aunque nos duela —acepta con timidez mientras mira los niños jugar.

—Es cierto lo que dicen, hasta el más fuerte puede caer.

— ¿Fuerte yo? —se carcajea —. Pero si me acabaste de decir hace unos momentos que era una llorona.

—No me refería a los últimos sucesos — niega de inmediato —. Porque hasta hace unos momentos, eras todo, menos fuerte —Evangeline baja la mirada con pena —. Por lo de fuerte, me refería a otra cosa.

— ¿Qué cosa?

— Somos amigas desde niñas, recuerdo que nunca te vi llorar por tu padre, ni siquiera te afectaba. Eras fuerte.

—Una niña no comprende lo que pasa a su alrededor a esa edad—se encoge de hombros —. No se trataba de fortaleza, sino más bien de ignorancia —suspira al recordar los momentos de su niñez —. ¿Es cierto eso de mis tíos?

—Sí, lo es —la culpa se hace presente —. Pero no te preocupes, lo malo ya pasó.

—Fui tan egoísta con mi familia.

—Sí, lo fuiste —como dije, esta chica no tiene pelos en la lengua. Siempre directa —. Por eso precisabas un buen jalón de orejas, y todos nuestros amigos opinaron que yo era la indica para dártelo —pasa una mano por su cabello —. Ian es un cobarde, pero que le vamos a hacer —se encoge de hombros —. No podía dejar que mi beba se hundiera cada día más —le da un abrazo fugaz.

—Y por eso es que tú siempre has sido la inteligente del grupo.

— ¿Y qué planeas hacer?

— ¿Y qué lugares visitaste ésta última vez? —le pregunta de inmediato. Lo que menos quiere es hablar de Gerardo.

— ¡En serio me preguntas eso! —se lleva una mano a la cabeza —. No cambies el tema.

—No estoy cambiando de tema, es solo curiosidad. Hace tanto tiempo que no te veo, que...

—Australia —responde de inmediato — ¿Qué vas hacer con Gerardo?

—Resignación, olvido y un nuevo comienzo sin depresiones.

— ¿No vas a luchar nena?, ¿ni por la niña?

—Estoy agotada Becca, no me siento con energías para seguir luchando por alguien que no me da ni los buenos días.

—Tengo tu regalo de cumpleaños —dice mientras busca en su bolso —. Un poco retrasado, pero es mejor tarde que nunca —le entrega una pequeña cajita.

—No te hubieras molestado —si, como no. Es lo que uno dice cuando nos regalan cosas. Muy apenados, pero no soltamos el presente —. ¡Qué bello! —responde al ver lo que contiene la caja. Un collar de la Torre Eiffel en oro —. Ahora lo digo muy en serio, no te hubieras molestado.

—No fue molestia, lo vi en París y pensé en ti.

—Te lo agradezco.

— ¿Qué va a pasar con James?

—Te habías tardado en tocar el tema.

—Quería darte la oportunidad de hablar, pero veo que no quieres tocar el tema.

— ¿Qué opinas tú?

—Creo que toda persona merece una segunda oportunidad, sin importar cuanto la haya cagado.

—Él merece otra oportunidad, pero no conmigo —sonríe al recordar la pintura que le regaló —. No sería justo para él.

—Es una pena, porque en serio me caía bien el tipo.

—Tú lo apodaste voldemort.

—La gente cambia de parecer —las dos estallan en carcajadas.

Conversaron por otra hora, sobre los viajes de su amiga, el cumpleaños de ella, recuerdos del pasado. En fin, una buena platica de amigas que no se veían en un buen tiempo.

—Mañana toca karaoke —le comenta una vez que estaciona el auto afuera de la casa de la rubia —. Y quiero que estés presente, ¡sin excusas! —volvió su lado regañón —. Porque te quiero ver cantar —Evangeline hace una mueca —. Y no pongas esa cara.

—No tengo opción.

—Por cierto, Ricardo preguntó por ti.

— ¿Cómo está?, ¿Qué ha estado haciendo?

Ricardo es otro amigo de la rubia, desde la infancia con un gran corazón. Ha tenido problemas con su familia desde que se enteraron de su orientación sexual, por lo que se ha alejado de todos por un tiempo.

—Ha estado mejorando la relación con sus padres, es todo lo que te puedo decir.

—Lo extraño —murmura con nostalgia —. Me hace tanta falta.

—Yo que tú, mejor no hablaba.

— ¿Por qué dices eso?

—Si él te hubiera visto de esa forma, te hubiera tratado peor que yo.

—Gracias por venir a verme —le dice la rubia con agradecimiento —. Sé que no es fácil para ti el venir a Ajijic.

—Tienes razón, no es fácil —detiene las lágrimas que quieren escapar de sus ojos —. Por lo que mañana me debes seis cervezas.

—Debo hablar con mis tíos, pedirles perdón por mi conducta de estas últimas semanas.

—Ellos te lo agradecerán —la alienta —. No lo olvides, te quiero ver mañana en el karaoke.

—Ahí me verás —sale del auto al decir eso —. Gracias por todo.

Ve arrancar el auto cuando escucha que alguien la llama. Una voz de un niño. No, un niño no. Es de una niña.

— ¡Geli! —esa voz proviene de la pequeña Sofía.

—Geli, ya estoy aquí —le dice la pequeña saltando a sus brazos —. Te he extrañado tanto.

— ¡Mi ángel! —la abraza con fuerza. La había echado tanto de menos —. Te extrañe muchísimo, ¿con quién vienes?

—Con mi tía Lorena y mi papi —se acelera su ritmo cardiaco —. Él quiere hablar contigo —le da un pequeño golpe en el hombro —, ¿no es eso genial?

Le está a punto de dar un ataque de pánico al escuchar esas palabras de la niña.

Becca se equivoca, no soy fuerte.

Seamos sinceros, uno de sus defectos es el huir de los problemas. Si no fuera porque Sofía está presente, ya hubiera huido al pueblo más cercano, o se habría hundido en el lago de Chapala.

Sus pensamientos se concentran en una sola persona:

Él.

Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now