—Corazón, algo te espera en la sala —ella frunce el ceño —, espero y te tomes el tiempo de bajar.

—Adiós James.

—Hasta luego Evangeline —se acerca a ella para depositar un beso fugaz en sus labios. Todo pasa tan deprisa que no tiene tiempo de reaccionar —. Te quiero como no tienes idea —susurra en su oído con dolor.

●●

En el lienzo se logra apreciar el canal de Venecia en tonos cálidos, al lado izquierdo se encuentra una casa llena de flores, y el balcón se encuentra una chica mirando el panorama.

Mientras que por el canal se puede ver a un chico de paseo en una góndola, sin dejar de mirar a esa chica rubia.

Pasar un fin de semana en Venecia, pasear por los canales en una góndola, besarnos bajo el puente de los suspiros, correr en la plaza de San Marcos y disfrazarnos con máscaras para ser partícipe del misterioso carnaval.

James hizo una sola cosa bien.

La llevó a la ciudad de sus sueños; Venecia.

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—Sabía que te iba encontrar aquí —Evangeline quita las sabanas de su rostro al ver a su amiga Rebecca en su habitación, solo que su cabello lo trae corto —, y en esa posición —a juzgar por sus expresiones no se encuentra muy feliz que digamos —. Ahora entiendo porque Ian no viene a tu casa. Ese cobarde —masculla entre dientes. Como detesta que le dejen el trabajo sucio a ella.

—Te cortaste el cabello — Es lo primero que dice la rubia —. Dijiste que jamás te lo dejarías así de corto.

—La gente cambia, pero no vamos a hablar de mi cabello —se cruza de brazos —, no es por eso que estoy aquí. No para hablar de cosas tan triviales como el cabello y las uñas.

—Becca, no es que no me agrade tu visita, pero quiero estar sola.

—Levántate —le ordena con toda la calma del mundo.

—Estoy cansada, quiero dormir un poco más —tapa su rostro con las cobijas.

—He dicho que te levantes —le vuelve a ordenar sin alterar la voz —. Son las tres de la tarde, no son horas para estar en la cama.

—Soy adulta y me mando sola.

—No veo a ninguna adulta aquí, solamente veo a una chiquilla llorona que sigue haciendo un berrinche porque le quitaron su caramelo —Evangeline queda con la boca abierta. Su amiga se caracteriza por no tener pelos en la lengua con nadie —. Te rompieron el corazón, no el cerebro. ¡Por favor!

— ¿Cómo sabes de Gerardo? —interroga con curiosidad.

—Digamos que Ian me ilustró, pero viéndote de cerca. Veo que no me preparó muy bien que digamos, solo me dijo cosas a medias —alza una ceja —. Y dije que te levantes.

—Lo que digas —la ignora mientras se vuelve a meter entre las sabanas.

Sin cambiar la expresión de su rostro, Rebecca saca de su bolsa una botella de tequila recién comprada. Le quita el corcho y acto seguido baña a su amiga con el licor.

— ¿Qué te ocurre? —hace una mueca al ver todo el alcohol en su cuerpo —. Todos van a pensar que soy una bebedora.

—Es lo que pareces querida, una alcohólica —la calla de inmediato —. Metida todo el día en la cama sin hacer algo de provecho más que lamentarte de tus males y de lo injusto que es el mundo contigo. Solo te hacía falta el tufo a tequila.

—Oye, te estás pasando.

— ¿Qué quieres que haga? —la encara con enojo —. Quieres que haga lo mismo que tu familia, aguantar tus pendejadas solo porque estás deprimida —la rubia evita mirarla —. Si, él te lastimó, llora lo que ocupes para después superarlo, no necesitas ser una llorona por el resto de tus días —un sollozo brota de la garganta de Evangeline —. Tu familia está harta, tus amigos ya están cansados porque tú no pones de tu parte —la señala con severidad.

Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now