Capitulo V

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Viernes, el mejor día de toda la semana para todos los estudiantes del universo de cualquier nivel académico, sobre todo para mí.

Por fortuna, este día pintaba bien, para mí claro ésta, por una sencillisima razón, mis progenitores salieron de la ciudad, del estado y también del país por tiempo indefinido. Lo que se traduce en paz y tranquilidad, aunque sea momentánea.

Las clases de la mañana pasaron muy lento, típico de un viernes.

-Lucy ¿Nos vamos? - preguntó Hünter tomandome de la mano.

- Si, claro. - caminamos hacia el exterior. Por alguna extraña razón me llene de curiosidad del porqué su odio hacía los asiáticos y así me aventure a preguntar. - ¿Porque odias y repudias a los asiáticos? -

- Ya te dij... -

- ¿Acaso no confías en mí? - insistí.

- Primero llegamos y luego te platico ¿Si? No es fácil - respondió sin verme. Ha de estar odiandome en esté momento.

- Si te sientes presionado, no lo hagas - Me retracte.

-No, tienes razón. Tu me has confiando tu vida y creo que si estás conmigo debes saber la mía. - añadió volteandome a ver.

- Y eso implica saltarnos las clases ¿Verdad? - sonreí.

- Sí lo amerita, si - sonrió de vuelta.

Por muy extraño que parezca, el camino a las mesas se me hizo eterno. Tal vez era porque estaba muy ansiosa de saber el por qué de todo ese repudio.

- Con qué, enamorados, eh - sonrió mientras se acomodaba en la silla. Me sonroje enseguida, no podía comprender cómo fui capaz de haber dicho semejante tontería. - Amo cuando te sonrojas. - pasó su mano por mi mejilla.

- Apartarte o habrá problemas - Lo amenace al tiempo que desviaba la mirada.

- Katheryn & Paul Steiner eran los nombres de mis padres. Ellos eran la envidia de toda la escuela de médicos, allá en Leipzig. Eran una personas muy buenas, caritativas, con principios y valores. - sonrió con un toque de nostalgia. - Entonces, un buen día la muerte se apareció en nuestras vidas llevándose a mi padre entre sus manos. Mi madre dijo el accidente fue caótico, tuvieron que hacerle pruebas de ADN al cuerpo para saber si realmente era mi padre. Con todo eso, llegó mi desdichada fortuna. - hizo un pausa para jalar aire, pues se le había hecho un nudo en la garganta.

Le tomé ambas manos para darle más fuerza, no quería que se sintiera presionado.

- El señor Hamada, el señor Hwo y el vecino Hong fueron los que me quitaron todo eso que llaman dignidad. Ellos fueron los responsables de que yo repudie a todos esos asiáticos. - puso cara de asco.

- Ahora lo entiendo. - le apreté las manos.

- Por suerte, mi madre y el señor Olliver me llevaron con un especialista. Porque dejame decirte que no podía ver, siquiera hablar con alguno de ellos porque los golpeaba. -

- ¿Enserio? -

- Si, mandé a uno al hospital - suspiró resignado. - Y la verdad, no se que haré con el Takahiro ése. Soy su compañero de equipo. -

- Si me dijo -

- ¡¿Le hablas?! - exclamó.

- ¡Me persigue! Llamale destino o cómo quieras pero esta conmigo en casi todas las clases. ¡Me trauma, él y mis pervertidas amigas! - Me escondí detrás de mis manos.

- ¿Porqué? - rió levemente.

- Se ponen hablar de cochinadas. Cómo ayer, se pusieron hablar sus chinos gays, y yo y Violetta con nuestra cara de ¡Que!. Además casi se poner hablar de cómo él y su novio lo hacen ¡Asco! - Ahora yo tenía cara de asco.

Lucy & su Fabrica de ChocolatesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora