Vivía atada a tus mensajes, con la ilusión de un pequeño niño de 5 años. Con la ilusión de ser feliz. Y lo sabías muy bien, cariño, tanto que llegaste a este punto. Ha cambiado todo joder... Daría todo por retroceder y poderte dar algo de felicidad aún que sea falsa, que tú toda me la diste a mí. No te diré peros ni te pondré quejas, pero rezarle a Dios sabiendo que no existe es como seguir enamorada de algo que nunca existió. Al menos para uno de los dos. Sí. Para ti. Y no lo digo yo, lo dice tu orgullo. Lo dicen tus rabietas. Lo dice tu manera de mentirle a la voz del otro lado del teléfono. Y en mí no pensó nadie. ¿Para qué? Si era otra chica normal que no te hizo sentir nada. ¿Verdad, cariño? Lo único que me consuela es saber que ahora que no estás atado a mis cientos de ilusiones. Qué decirte, que gracias por nada, pero gracias por regalarme el brillo de tus ojos ese día de verano. Nunca olvidaré esas canciones que me recordaban a ti, esos quebraderos de cabeza y esas malas rachas que superé a tu lado. Ya que no te puedo amar a ti, amaré eternamente todas esas ilusiones, cariño.
Ojalá tú y yo una vez más.
