~U N O~

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"Quiero ser el Ángel que amance tus demonios"


Calor, calor y más calor

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Calor, calor y más calor.

Desperté debajo de él, con su cabeza apoyada en mi pecho.  El deseo que siento por tocarlo es enorme, la mano me pica por hacerlo.  No lo pienso mucho más y lo hago, alargo la mano para acariciar su suave y sedoso cabello rubio, ese que me hace cosquillas en el cuello. Siento como se remueve encima de mí sólo para acomodarse mejor y seguir durmiendo de manera pacífica y relajada como un bebé. Vuelvo a acariciarlo de manera detenida y pensativa, tenerlo de esa forma tan tranquila me hace sentir plena. Si siempre fuera así, tan tranquilo, mis quebraderos de cabeza serían pocos, pero no, este hombre es un torbellino demasiado astuto e inteligente, con una personalidad un tanto arisca, del cual me estoy enamorando nuevamente; o ya lo estoy, no lo sé, a veces con él ya no sé ni que sentir, un día estoy en la nubes, todo es perfecto, y otros estamos en lo más hondo de la tierra, discutimos de manera calurosa y eso me hace sentir algo mal. Pelear con él se siente como entrar en un oceano tormentoso, las olas son enormes y te avasallan con toda la fuerza posible, y no era precisamente por los gritos, sino por los argumentos, siempre conseguía darle la vuelta a todo lo que decía, sin embargo, yo tampoco me quedaba en calma, búscaba sacarlo de sus casillas. En definitiva, no era bonito vernos pelear.

Entierro mis dedos en su cabello nuevamente. Su respuesta, como siempre, es colocar sus manos debajo de mí con el fin de apretarme más contra él, yo sigo encantada de tenerlo tan cerca de mí es hermoso, sentir su cálida piel contra la mía, reconforta.

Rápidamente una sensación sofocante y poco placentera se enciende dentro de mí propagándose por todo mi ser. Hago lo posible por moverme debajo de él sin molestarlo. Cuando consigo salir, prácticamente desnuda pues únicamente llevaba unas bragas, me dirijo al cuarto de baño para darme una buena y refrescante ducha. Entro debajo de esa cascada artificial creada en las alturas de este pequeño cubículo. Mi cuerpo no tarda ni un minuto en relajarse, como si hubiese echado todo lo que me preocupaba fuera. Lamentablemente sé que no es verdad, tengo muchas cosas que hacer. Una de mis preocupaciones es el hombre que siempre está rondando en mi cabeza como si se tratara del más importante pensamiento, a veces me abruma, el pensar que lo tengo tan dentro de mí como si formara parte de mi misma. Ser consciente de hasta que nivel sientes por una persona es muy díficil, nunca llegarás a dar con el valor exacto, aunque creas tenerlo. 

Salgo del baño y busco en mi habitación algo que ponerme. Encuentro unos shorts negros y una camiseta de Kylar. Me queda ancha, es cierto, pero amo como me queda su ropa y yo sé que él también lo hace. Al acabar de vestirme me giro hacia la cama y lo muevo ligeramente buscando sacarlo de su sueño. Se ve increíblemente tierno, con la sábana hasta el cuello, está tan cubierto y acurrucado que parece un rollito primavera; a parte de que está abrazando la almohada en la que recientemente estaba dormida. Me extraña.

—Kylar, cariño, es hora de levantarse.— vuelvo a moverlo cuando noto que no me hace caso y lo único que consigo como respuesta es un sonoro gruñido, a la vez que gira su corpulento cuerpo hacia el lado contrario de la cama dejando en el proceso la almohada abandonada.

KYLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora