IX. Olvidar🎈

16.6K 763 31
                                    

Abrir los ojos se me hace algo dificultoso y, aún cuando siento el acostumbrado picor en ellos que me hacen querer rascarlos, pongo todo de mí para que eso no sea impedimento y estos se abran. Sentir mis manos y pies atados a la silla de madera en la cual desperté sólo me aturde más.

Viendo a mi alrededor me doy cuenta de que no hay mucha luz, cosa que me hace sentir fatigada y perdida cuando las paredes de forma inconsciente se sienten más cerca. Odio la oscuridad.

La desesperación me incita a tratar de desatarme, sintiendo el ardor en mis muñecas y no es hasta que dejo salir un pequeño quejido que me doy cuenta de que no estoy razonando y que sólo me estoy lastimando.

Comienzo a sentir las lágrimas acumulándose en mis ojos y las dejo salir cuando comienzo a sentir que me duelen los pulmones en cada exhalada de aire. Joder, no quiero ningún ataque.

Creo dejar salir un sollozo pero me detengo cuando escucho el chirrido de una puerta y al ver una cabellera bastante pomposa como la que conozco perfectamente siento que mi alma vuelve a mi cuerpo.

No estoy en una situación jodida.

—Hola, querida mejor amiga. —su tono agudo cambia a uno más grave, tratando de sonar escalofriante y sin poder evitarlo río dejando salir toda la tención acumulada en mí. Siempre intentando ser alguien que ella realmente no es.

— ¿Abbie?



Me despierto sobresaltada por el sueño e inconscientemente acaricio mis muñecas. ¿Acaso soñaba con Abbie? Joder. ¿Acaso el universo me está comenzando a odiar?

Muevo mi cabeza de lado a lado, dejo salir un suspiro y restriego mis ojos con mis dedos dejando salir un bostezo.

Sé que sólo es mi subconsciente jodiéndome porque yo jamás había ignorado tanto a Abbie como lo estoy haciendo desde que vi a Dallas salir de su habitación, y aunque me vea un poco infantil por no encararla o al menos dejarla hablar, no puedo simplemente ignorar el picor del resentimiento dentro de mí. No puedo fingir que no me duele.

Luego de desperezarme veo a mi alrededor y sólo termino dando con mi teléfono justamente cuando se ilumina vibrando, dejando ver el nombre Abbie y una foto de ella. Dejo salir un quejido y tapo mi rostro dejándome caer de nuevo a la cama.

¡Dios! ¿Por qué no puede simplemente parar? Ya no es algo normal que llame a estas horas de la mañana.

Me levanto de la cama rápidamente causándome jaqueca y me quejo sosteniendo mi cabeza. Estúpidas pesadillas, me dejan más despistada de lo que normalmente soy en las mañanas.

Al sentirme mejor salgo de mi habitación y entro al baño, me deshago de mi ropa para luego entrar a la ducha y dejar que el agua me tranquilice un poco. A los diez minutos estoy saliendo de la ducha y me envuelvo en la toalla, cepillo mis dientes y salgo del baño con intenciones de ir a mi habitación pero me detengo abruptamente viendo a Liam caminar solamente con una toalla que le llega muy por debajo de sus caderas y como gotas de agua corren por su torso mientras se seca con otra toalla su cabello.

Juro por Dios que no soy una pervertida, pero no me pienso perder tremenda vista. Y no, no lo lamento.

Todo pasa tan en cámara lenta en mi cabeza que sólo después de un segundo doy un grito agudo tapando mis ojos cuando John le quita la toalla a Liam de golpe, dejándolo como su mami lo trajo al mundo.

¡Joder! ¿Por qué simplemente no son feos? Me harían un gran favor si todos fuesen horribles.

— ¡Maldición John, te mataré! —mis mejillas arden de tal manera que podría incendiar la casa y mientras la vergüenza me invade por completo escucho sus pasos rápidos por lo que imagino que están correteando hasta bajar las escaleras.

Serendipia © [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora