Mil y un secretos.

2 - Mereció la pena.

Cada segundo que pasaba buscándole entre la ajetreada multitud era cada pedazo de desilusión que se apoderaba de mí. Estaba a punto de rendirme, cuando de repente le vi. Y él me vio. Y corrimos como si todo lo demás no tuviera importancia. Y por fin nuestros cuerpos se unieron, después de tanto tiempo. Aquel abrazo fue tan largo como todos los kilómetros que nos separaban. No necesitábamos palabras, los dos pensábamos lo mismo. Dejamos que el roce de nuestros labios dijera todo lo que nunca nos habíamos atrevido a decir. Y fue entonces cuando se paró el tiempo. Ya no existía nada a nuestro alrededor. Solo estábamos él y yo, y esa gran adrenalina que recorría nuestro interior. Y fue entonces cuando comprendí que todos los esfuerzos que habíamos hecho merecieron la pena.