Capítulo 2

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-Monse- musitó Ana en un susurro -¿Qué hora es?


-11:10- le mostré mi móvil.


-¡yes!!! Gracias- me susurró de regreso, a solo 5 minutos de salir de Historia, y no, no entendí nada, de nuevo, al igual que en mates.


Escuché a Ana susurrar con los dedos cruzados: 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, priiiiiiiiiiiiing, sonó la alarma del descanso. Me levanté, metí mis libros en mi bolsa, pero cuando me disponía a salir, me sujetaron del antebrazo, volví a ver con una sonrisita estúpida porque pensé que era Marie, pero no.


-eh disculpá que se te ha quedado esto en el pupitre- dijo Alex, tocándose la nuca con un libro, parecía nervioso. Alex era el mejor amigo del estúpido, y estaba conmigo en clase.


-eh, Gracias- dije tomando el lapicero, y saliendo del aula. Enserio ¿quién devuelve un lapicero?


-¡ah y Cipriano!- me giré, mientras buscaba la voz- te ves bien- dijo Alex, levantando el pulgar.


-mmm ¿Gracias?- okey sonó más como pregunta que como respuesta.


Se alejó.


-hola- le dijo Marie, él le contestó con un asentimiento de cabeza.


Mi querida amiga me miró como si tuviera monos en la cara -Digo, ¿Que hacías tú hablando con Alex Sierra?- dijo con una mueca de sorpresa y diversión en su rostro.


-¡ay ya tía! que solo ha venido a devolverme un lapicero.


-Ajá, ¿un lapicero?- dijo mirándome con esos pícaros ojos de un tono café oscuro.


-que sí, y ya deja de verme así, ¿vale?, me intimidas- le dije un tanto sofocada.


-OKEY, pero ¿te puedo decir algo?- se puso en frente mío para que la viera, Marie era un poco más baja que yo.


-ehh, ¿sí?- cuando Marie preguntaba si podía hablar, no es por cualquier cosa, ella es de la que nada más te habla, y más, si es conmigo.


-Creo que a Alex, ¡le-gustas!- dijo mientras me miraba de nuevo con esos ojos divertidos.


-¿Era eso?, pensé que era más grave, y además no le gusto, digo, ¡es Alex Sierra, el mejor amigo de mi hermano!- dije extendiendo mis brazos -aparte, de que me devuelva un lapicero no significa que le guste.



Alex, había que reconocerlo el chico tenía buen cuerpo. Era alto, su cara no tenía imperfecciones, sin contar su hermoso hoyuelo en la mejilla izquierda, tenía el pelo un poco largo y de color oscuro el cual cuando estaba mojado le tapaba un poco sus ojos grises. Pero él era uno de los chicos del grupo de mi hermano, lo que lo volvía "intocable".



-sí, que le gustas, que no has visto cómo te mira, cuando estábamos en clase de Historia, de mate, aquel otro día en el gimnasio, en Starbucks aquel día que salimos con los chicos, el otro día en tu casa...


-¡Ya!, ¿vale?, mejor vamos a almorzar, que tengo hambre- le corté tratando de desviar la atención de Marie. Ni me apetece comer, pero sé que si digo "comida" ella simplemente no se resiste.



Al entrar a la cafetería, como de costumbre, fui a por el sándwich de pollo y el jugo de uva, pero justo cuando di vuelta, choqué contra alguien y ¡pumm! Mi jugo se rompió contra su abdomen, manchándolo por completo.


Me volví el centro de atención de toda la puñetera cafetería.


El chico detrás de esa camiseta gris empapada, era nada más ni nada menos que Alex Sierra.


-¡ay no!, lo siento, lo siento, no me fijé- dije desesperada mientras intentaba sacarle la mancha morada. Unos dedos me tomaron de mi barbilla levantándola, por lo que quedé mirando directamente sus ojos grises unos segundos, claro antes de percatarme que me comportaba como una completa idiota.


-Ya, tranquila, que acá no ha pasado nada, hasta me luce mejor así la camiseta ¿no?- y de hecho fue raro porque si se le veía bien, muy bien, diría yo- además creo que la estabas agrandando- dijo, halando de la camisa para poder verla mejor.


-no, pero enserio, la arruiné- insistí un tanto apenada, sentí como el calor comenzó a subir por mis mejillas -te comprare otra, lo prometo.


-no es necesario, así me queda perfecta ¿cierto?- dijo mientras me miraba con una sonrisa que, o se significaba: te estoy ligando, o una sonrisa sincera, pero no se descifrar de cual se trata.


-si perfecta- Os juro, la que ha hablado no fui yo, sino una chica embobada por cómo se le marcaba a la perfección, su estúpido y muy bien esculpido abdomen.


-entonces, ¡sí me queda perfecta!- dijo sonriendo con un aire egocéntrico y pronunciando su hoyuelo- ¿Te Vienes?- me preguntó moviendo la cabeza en dirección a una mesa que se encontraba junto a uno de los ventanales de la cafetería.


-ehh, sí, digo no... es que Marie me está esperando- dije mientras señalaba a Marie, que levantaba su pequeña mano para saludarme.


-Pues no importa, que se venga también- y con eso se abrió camino hasta la mesa.


-un momento, ya vengo- le dije, aunque no creo que me escuchara, pues ya estaba muy lejos desde donde me encontraba.


Llegué hasta la mesa donde se encontraba Marie, y ella claro que lo vio todo.


-vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí? No es nada más, ni nada menos, que la riega jugos sobre abdómenes estúpidamente bien esculpidos- dijo aplaudiendo con sus manos diminutas.


-ya Marie- le dije mientras me sentaba- es más me ha dicho que si queríamos sentarnos a comer con él.


-¿y que estáis esperando?- me preguntó mientras le daba un mordisco a su sándwich.


-que no, que me da pena.


-Aguarda, aguarda, ¿va a estar Sebastián?- curioseo fascinada, mientras tocia y se daba golpecitos en el pecho.


-mmm no lo sé, seguro que sí, Sebastián siempre come con Alex- le dije mientras le volvía a ver.



¿Dónde está Marie?



-Monse, ¿estás tonta o qué? vamos- dijo Marie mientras caminaba hacia la mesa de Alex. Claro mencioné: Comer y Sebastián, lo que para mi querida amiga es algo:


¡TEN-TA-DOR!


La mire riendo, y negando con la cabeza.



Quién lo diría, le tiro jugo en la camisa a un chico y este me invita a comer con él. No, esto no se ve todos los días.


Al llegar a la mesa, Sebastián ya estaba allí, y claro Marie se abalanzó sobre una silla a su lado y comenzó a coquetearle, y Sebastián estaba ¡mostrándole interés!


Hoy, el día no es para nada, nada normal.


Cuando me dispuse a sentarme, Alex se levantó y me haló una silla. ¡Hala! Resultó ser caballeroso el tío


-Gracias- murmuré sonriéndole tímidamente.


-de nada- respondió guiñándome un ojo mientras se sentaba a mi lado, lo cual provocó que mis activas mejillas se sonrojaran de nuevo.


-¡Hermanita!- casi gritó Sebastián, arrojándome una papita frita.


-Ya ¿vale Sebastián?- dijo Alex que se quedó con el tenedor en el aire, mientras veía a él estúpido con una mirada algo bufada -tengo hambre- ahora, el juego de miradas estaba entre Marie y yo, ya que ninguna de las dos comprendíamos qué diablos fue eso.


I See Thousand StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora