Ahora eres un hombre

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     Las maestras de Thomas obviamente notaban sus heridas, le preguntaban cómo se las había hecho, pero él no contestaba, tenían que mandar a llamar a sus padres para preguntárselo a ellos, la mayoría de las veces quien contestaba era su padre mientras que Lauren se quedaba callada esforzándose por no llorar frente a otros pues, si lo hacía, ellos sospecharían que algo pasaba, cosa que molestaría a James; enojo que después desquitaría con ella y su hijo.

     —Nunca se fija por dónde camina —respondía James unas veces tocándole el muslo y sonriendo, claro, nadie notaba raro ese comportamiento—. Va a clases de fútbol. —Decía otras. Así pasó durante 3 años más, hasta que su padre encontró otra vía de escape para sus deseos sexuales. Prostitutas. Lauren prefería mil veces que otras mujeres recibieran los castigos de su marido en lugar de ella y Thomas. Él las llevaba a la casa mientras su esposa no estaba. Thomas y su hermano escuchaban los gemidos de placer que salían de aquella habitación, obviamente, sólo de la boca de su padre. Tom siempre trataba de jugar con Christian haciendo sonidos que omitieran aquel ruido, pero no siempre lo lograba, y ahí era cuando decidía sacarlo a caminar a la calle. Pero no sabían que el estar en la casa significaba que su padre no haría locuras, cuando James se daba cuenta que estaban solos —él y la prostituta— aprovechaba. Un día Thomas (que ya tenía 14 años) regresó tomado de la mano de su hermano, escuchó gritos de ayuda en la habitación de sus padres. Sentó rápidamente a Chris en el sillón y le ordenó que prendiera la televisión al máximo volumen posible.

     —Pero papi se va a molestar. —Dijo pensando en las veces que James había golpeado a Tom en la cara por lo mismo.

     —No se va a enojar contigo, confía en mí. —Chris mantuvo los ojos sobre los de su hermano. Si él decía que todo iba a estar bien significaba que así sería, Tommy nunca le mentiría. El pelinegro subió las escaleras y entró a la habitación de donde provenían los gritos, al asomar su cabeza por la puerta abierta vio a su padre sobre una mujer que no era su mamá, lo cual era algo de lo que se había acostumbrado a ser testigo. El niño estaba decidido a alejarse pero en ese momento se dio cuenta de algo. Los gritos de la mujer se hacían cada vez más débiles, su padre no se movía salvajemente sobre ella, sólo rodeaba el cuello de la mujer con sus gordas manos. El brazo de la mujer cayó hacia un lado. Thomas se dio cuenta de que no se movía, su pecho ya no subía y bajaba con cada respiración como lo haría el de una persona viva. James se quitó de encima pasándose la mano sobre la nariz, como limpiándose los mocos. Con ese movimiento se percató de que el de ojos azules los miraba al pie de la habitación.

     — ¿Qué haces? —Preguntó el padre, no estaba molesto, sino curioso. Esto extrañó mucho a Thomas, ya que siempre que lo "espiaba" éste se volvía loco y lo golpeaba a más no poder. Quería salir corriendo pero sus piernas no le respondían.

     —Nada. —Sintió los ojos picándole por las lágrimas. Le había costado mucho trabajo dejar de llorar cada que su padre lo miraba siquiera, no iba a volver a hacerlo en ese momento.

     —Ven aquí —ordenó su padre. El pelinegro le hizo caso, sabía que su papá no estaba de mal humor como para golpearlo, aunque nunca sabía cuándo se le daría por hacerlo—. Eso es, buen chico —le sacudió un poco el cabello y después tocó su hombro—. Voy a necesitar tu ayuda, Tom, ¿crees que puedas ayudarme? —Volteó a ver el cuerpo inerte de la chica, Thomas hizo lo mismo. Mientras tanto Christian estaba viendo sus caricaturas favoritas, pero al notar que su hermano no regresaba decidió ir a investigar. No entendió que pasaba, pues vio a su hermano y a su padre cargando a una mujer por los brazos y pies en dirección al baño.

     — ¡Christian! ¿Qué haces aquí? —Preguntó su hermano al verlo en la orilla de las escaleras. Soltó el cuerpo de la mujer y caminó en dirección al castaño.

     —No regresabas y me preocupé. —Dijo con sinceridad.

     —Estoy bien, ahora baja. —Lo hizo girar 180° antes de empujarlo con cuidado hacia las escaleras.

     — ¿Qué sucede, niño? —Preguntó James mientras metía a la mujer a la bañera.

     —Na-Nada, ya voy. —Thomas estaba nervioso, no quería que Chris también se viera involucrado en aquello. Giró su cabeza hacia atrás, vio a su padre sonriendo.

     — ¡Oh! Déjalo ver si quiere. —Tom pensó que su padre daba más miedo cuando sonreía que cuando se enojaba.

     — ¡Es sólo un niño! —Gritó el hermano mayor mientras James se acercaba a ellos. Cuando estuvo a sólo un paso de distancia le dio una bofetada a Thomas tan fuerte que lo tiró al suelo, tomó a Christian del brazo y empezó a jalarlo hacia el baño.

     — ¡Tommy! —El hermano menor no pudo evitar comenzar a llorar al ver a su hermano mayor en el suelo y sin saber exactamente lo que su padre quería que viera pero tenía el presentimiento de que no sería algo bueno.

     — ¡Ya voy! —Thomas empezó a caminar atrás de ellos con una mano sobre la mejilla roja que había recibido el golpe. Cuando James metió a su hijo al baño éste se quedó paralizado al ver a una mujer desnuda en la bañera, pero no parpadeaba, no se movía, y parecía que no respiraba. Lo sentó en el retrete, luego entró Thomas.

     —Tommy —lo miró limpiándose las lágrimas—, ¿qué sucede? —Preguntó.

     —Nada, quédate ahí. —Quería gritarle que se largara, o mínimo que cerrará los ojos, pero sabía que su padre no se lo permitiría y que lo castigaría por desafiar su autoridad.

     —Tommy. —Cada vez tenía más miedo de lo que pasaría a continuación.

     — ¡Ya basta de decirle Tommy! —Gritó James tan enojado que Christian se encogió sobre sí mismo— ¡Suenas como un estúpido y yo no quiero a ningún hijo estúpido! —Thomas se sintió bien por un momento. Tan solo por una fracción de segundo pensó que su padre al fin golpearía a su pequeño hermano, que finalmente sentiría lo que él había sufrido por años, pero no lo hizo. James los dejó a solas en el baño mientras él iba en busca de sus machetes.

     — ¿To-Tom? —Habló el hermano menor con voz temblorosa.

     — ¿Sí?

     — ¿Qu-Qué sucede?

     — ¿En serio quieres saber lo que está pasando? —Christian asintió lentamente, aunque por el tono de voz de su hermano sabía que éste no estaba muy feliz—Te lo voy a decir... ¡Esa mujer —la señaló con un dedo— está muerta!

     — ¿Qu-Qué? ¿Muerta? —La miró horrorizado.

     — ¡Sí! ¡Muerta! ¡Nuestro padre la mató, y quiere que cubra sus jodidas huellas!

     —To-Tom... —el pelinegro se calló para escuchar lo que su hermano diría—. Dijiste u-una grosería... —Christian nunca lo había escuchado decir palabras así. Thomas estaba que explotaba del enojo. Se acercó a su hermano para darle una bofetada, pero cuando levantó la mano sintió que alguien la sujetaba con fuerza y lo hizo dar media vuelta. Se topó con su padre levantando una ceja, creyó que éste lo golpearía hasta que sonrió de oreja a oreja.

     —Bien —Dijo James—, pero no lo uses en él, úsalo en mujeres, son más débiles, cuando tu hermano crezca podrá defenderse, pero las mujeres no. —Christian estaba abrazando sus piernas en un intento por dejar de tener miedo o al menos de fingirlo. Thomas asintió mostrándole a James que había entendido. James le entregó uno de los machetes, que había llevado, en la mano. Thomas le devolvió la sonrisa. Si aquello era lo que iba a unirlos como padre e hijo estaba dispuesto a hacerlo. Cortaron el cuerpo de la mujer, brazos, piernas, cabeza... Christian no dejó de llorar durante las horas que se tardaron en completar la tarea, pero su hermano mayor no lo hizo ni una sola vez, él ya se había hecho duro como su padre. Se preguntó si todo lo que James lo había obligado a sufrir durante su infancia fue solamente para enseñarle a ser un hombre. Ahora lo era y su padre estaba orgulloso, solo es importaba.

Christian y Thomas #2 (Editando)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt