Parte 2

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Nada más entrar en el recinto, un estremecedor escalofrío le recorrió toda su espalda. El lugar lucía oscuro y bastante grande, aún si sólo se encontraba en la entrada de éste. El aroma a madera de las paredes tomaba posesión de su olfato. Los detalles y adornos también llamaban su atención, tomando posesión de su vista.
Tomó aire y suspiró pesadamente al pensar que éste sería por un buen tiempo quizás, su nuevo "hogar". Debía acostumbrarse si quería mejorar.

Miró a su alrededor aún sumergido en pequeños detalles que probablemente a nadie le importaban más que a él, mientras sacaba de su bolsillo un folleto que le habían entregado en la consulta del psiquiatra que había visto antes. En el papel decía el número de su habitación y el piso en el cual quedaba, además de buenos deseos para su estadía ahí internado, por parte del que parecía firmar como el jefe. 

No era como si hubiese esperado que le reciban con una bienvenida precisamente, pero creía que eso era lo correcto en una situación así; después de todo, se estaba internando en un centro psiquiátrico para poder mejorar su condición.

Cuando ya habían pasado unos 10 minutos de estar ahí parado en la entrada, en la cual ya había visto todo, pensó que era mejor que buscase su habitación por su cuenta, o al menos en el camino encontrarse al jefe dueño del recinto ya que necesitaría su llave al fin y al cabo.

En su recorrido, realmente temía encontrarse con algún otro paciente; era nuevo y no sabía a lo que se enfrentaría en caso de que el contrario tenga alguna enfermedad que le haga actuar violentamente y justo en ese momento le de una crisis. Con miedo, se asomó por las escaleras, mirando hacia arriba mientras aprisionaba sus labios entre los dientes, lo cual era una costumbre. No vio a nadie cerca, pero aún así subió lentamente cada escalón, como queriendo mantener el silencio que reinaba en el ambiente para no llamar demasiado la atención. Las escaleras crujían levemente bajo sus pies, en un sonido propio de la madera, pero no llegaba a ser muy fuerte. Suspiró aliviado una vez llegó al segundo piso y vio que efectivamente no habían pacientes cerca, ni si quiera la presencia de uno. Se adentró en el monótono y largo pasillo con cuadros y candelabros que parecían tener muchos años juntando el polvo en sus hendiduras y espacios. Buscando el número que coincidiera con el que salía en su folleto, lo repitió varias veces, como si eso le ayudase a encontrarlo más rápido, lo cual era una medida bastante inútil. De igual manera encontró la placa con el número buscado, pero, como era obvio, necesitaba su llave para abrir.

Siguió lo que quedaba de pasillo y finalmente, luego de unos minutos, acabó por encontrar una puerta diferente de las demás. No tenía número y parecía más desgastada. En sí, el recinto era antiguo, se notaba en su estructura y la forma en que estaba adornado. La verdad, tenía un aspecto bastante peculiar y algo le decía que tal vez no era el lugar que buscaba para mejorar su condición. Tal vez se equivocaba.

Dio unos toques a la puerta, algo temeroso de lo que pudiese salir de ahí. Se escuchó un estruendo de papeles y cosas de escritorio chocar repentinamente contra el suelo, a lo que de inmediato Kyungsoo se alejó de la puerta, topando su espalda con la pared del pasillo. Salió apurado un hombre de aspecto extraño, muy poco usual. Llevaba un sombrero, sus oscuras ojeras eran muy marcadas y el cabello lo llevaba de color rojo opaco.

Kyungsoo tragó saliva, debatiendo en su mente si huir o quedarse. Miró unos segundos al contrario, con el pensamiento de que podía escabullirse lentamente y sin hacer ruido, pero antes de que haga o diga algo, el hombre habló primero. 

ㅡ¡Tú! El pequeño asustadizo.. KyungSoo.. Do KyungSoo, ¿no? Te llamaré Dodo. Dodete. ¿Donut? Mejor Donut. Lo que primero llegue a mi mente al verte.. ¡mente! Vienes por tus problemas mentales, es cierto. ㅡKyungSoo estaba ya muy asustado como para moverse. El contrario hablaba a una velocidad variante que era difícil seguirle la idea, además de decir muchas cosas a la vez, enredándose y tropezando con las palabras. El menor se limitó por ahora a oírle a buena distancia, por simple precaución. ㅡDebí darte una bienvenida como ninguna, pero el papeleo me ha hecho quedarme dormido.. lo siento. ㅡVio al hombre quitar su sombrero en forma de disculpa, dejando notar todo su desastroso cabello bajo éste. El joven seguía sin emitir palabra alguna, sus labios temblaban vacilantes, entre la decisión de emitir sonido o no. Sólo movió su cabeza negando varias veces y agitó sus manos como queriendo decir que no importaba y no se preocupara por aquel detalle. La persona frente a él sólo rompió a reír fuertemente y pensó también en revolver el cabello del más bajo, pero en un segundo recordó la enfermedad del chico y se arrepintió. En su lugar, sacó una llave de su bolsillo y se la entregó.

Hellingly Asylum〔SeSoo〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora