La sirena de dos piernas

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...Él tenía un hogar; ella no pertenecía a ningún lado, ni al agua ni a la tierra...
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La brisa golpeaba su rostro lleno de arrugas y marcas de la edad, unas gotas de sudor escurrían por su frente, el sol le impedía abrir del todo sus ojos y el mar comenzaba a empapar sus pies. Se sentía débil y desorientado. Una sombra le acogió, para cuando volvió abrir los ojos vio un techo hecho de palmera y pequeños arboles que ahora le servían de soporte.
-Me alegra verte despierto- era una voz que sonaba como una melancólica melodía de amor, se paso las manos sobre la cara y después miro a los lados, tratando de encontrar de donde provenía dichosa voz. Se puso de pie y al otro lado de la pequeña habitación, una joven de cabello verdoso y un poco quebrado reposaba sobre sus piernas.
-Es inusual que tenga visitas, así que cuando te encontré me asusto el hecho de pensar que habías muerto- le sonrió con ternura. -Seguro que eres un viajero-
Se rasco la cabeza y buscó una respuesta para aquella joven que le miraba ansiosa de escuchar su voz.
—No lo sé. —Su voz sonaba ronca quizá porque así era o quizá necesitaba beber algo.
La joven ladeo su cabeza e hizo una mueca de confusión —¿No lo sabes?
—No lo recuerdo. —aquel hombre se rascó nuevamente la cabeza.
—¡No puedes venir a este lugar! —dijo la bella mujer  levantando la voz y después añadió—. Hay una pequeña ciudad, está relativamente cerca. Puedo guiarte hasta la entrada—. La joven se levantó, sólo llevaba una pequeña falda blanca mientras que su cabello se encargaba de cubrir sus pechos. Aquel hombre la siguió sin preguntas ni protestas.
Caminaron aproximadamente unas dos horas aunque para ella el tiempo no tenía mucho sentido.
—No puedo acercarme más, esto es todo lo que puedo hacer por ti, sigue recto y a unos 100 metros veras las primeras casas y farolas —dijo la joven.
—¿Quien...? —antes de que el hombre pudiese si quiera formular la primera pregunta ella ya no estaba.
—Gracias por visitarme.  —Sólo pudo escuchar su voz pero no podía verla... Ya no estaba.
...
Las calles estaban empedradas y la arena de la playa comenzaba a desaparecer, los niños corrían por las calles y un gato buscaba comida en un bote de basura, había un pequeño kiosco rodeado de verde y personas que hacían su vida como de costumbre. Fue entonces que recordó que él pertenecía a dicho lugar y recordó que hacía en la playa.

La historia dice que un viejo marino que vivía en aquella isla se encontró con una mujer hermosa pero ella sólo poseía la mitad de su cuerpo la otra mitad era un pez, el hombre no podía creerlo y sin quererlo o tal vez sin pensarlo se enamoró de ella, aquella linda sirena correspondió a sus sentimientos y pidió a Poseidón un par de piernas aunque fuese sólo por unos días. Los amantes consumaron su amor y por extraño que parezca aquella sirena quedó embarazada. El resultado fue una niña preciosa pero con un terrible defecto si se acerba a la orilla su aleta se convertía en dos piernas pero si se alejaba demasiado del mar y la brisa entonces moriría. Los habitantes de aquella isla pensaron en la sirena como un monstruo, y la mataron provocando la irá de Poseidón, la pequeña se acercó a Poseidón y con una dulce voz le dijo "Permíteme ser la maldición que atormente esta isla" Es por eso que si un hombre se acerca a la orilla del mar esta bella mujer lo matara sin embargo ella se siente sola ni humanos ni tritones la quieren, aun así te seduce y engaña para después llevarte al fondo del mar...

Aquel hombre al fin podía morir en paz, recordó lo que buscaba y lo que encontró, su hija; una sirena de dos piernas, una sirena única.
"Gracias papá" fue lo último que escucho antes de que su corazón se detuviera.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2021 ⏰

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