Profecías de Nostradamus

Magsimula sa umpisa
                                    

El empleo de un lenguaje esotérico en sus escritos se justifica porque, en el terreno de la profecía más que en cual¬quier otro campo, las verdades no son siempre agradables para quien las dice, ni halagadoras para quienes las escu¬chan.

Un elemental imperativo de huma¬nidad exige que, en este sondear el destino del mundo, se actúe con prudencia y caridad, puesto que no deja de ser un bien, en la gran mayoría de los casos, que el significado preciso de una revelación profética no sea compren¬dido hasta que el acontecimiento pre¬dicho se haya cumplido. ¿Cómo actua¬ríamos con libertad si conociéramos ya nuestro futuro? De ahí la necesidad de emplear un lenguaje sibilino rico en neologismos creados por el autor, va¬liéndose de raíces latinas, griegas, espa¬ñolas, celtas o provenzales. La obra se presenta como la yuxtaposición de ex¬presiones herméticas para no condicio¬narnos en nuestro quehacer diario ante la perspectiva del futuro.

Nostradamus subraya la necesidad de tal hermetismo en una carta dirigida al rey de Francia Enrique II: «para con¬servar el secreto de estos aconteci¬mientos, conviene emplear frases y pa¬labras enigmáticas en sí mismas, aun¬que cada una responda a un significado concreto».

En otro escrito suyo, después de precisar que las revelaciones conteni¬das en sus profecías le fueron comuni¬cadas «en el curso de continuas vigilias nocturnos», insiste sobre el origen cós¬mico y divino de sus visiones, «visiones que Dios me ha dado a conocer a tra¬vés de una revolución cósmica».

Nostradamus se funda en uno de los postulados principales de la antigua doctrina astrológica, según la cual, to¬dos los acontecimientos y fenómenos terrestres y, por tanto, la historia de la humanidad, están en relación con los movimientos cíclicos de los astros: «todo está regido y gobernado por el inestimable poder de Dios que se ma¬nifiesta no en medio de furores báqui¬cos, sino en las relaciones astrológicas».

Ante todo queremos dejar constan¬cia de que no aceptaremos la tesis sim¬plista sobre la obra de Nostradamus, que dice que solo se trata de aconteci¬mientos fácilmente previsibles en el contexto histórico de Francia, pues guerras, conflictos y cataclismos se re¬piten en la historia de cualquier na¬ción. Nostradamus, vidente del si¬glo XVI, predijo hechos muy precisos, como será fácil comprobar más ade¬lante, por ejemplo, la trágica muerte del rey Enrique II; la desatinada huida de Luis XVI a Varennes, origen de la gran tragedia del rey; y el nacimiento de Napoleón I (cfr. respectivamente Centurias I, 35; IX, 20; I, 60). Con idéntica precisión, supo describir im¬portantes acontecimientos que forman parte de nuestra historia actual: pre¬dicciones de hechos que muchos de entre nosotros han visto realizarse des¬de el comienzo del presente siglo y que no pueden ser desmentidos o ser con¬siderados fruto de la simple imagina¬ción.

Nostradamus, este gran explorador de lo ignoto humano ¿merece o no ser contado entre los grandes sabios que desde los profetas bíblicos hasta nues¬tros días han escrito, con letras de fuego, la historia de los hombres?

La respuesta a tal interrogante po¬drá darla cada uno de nosotros después de haber leído con suma atención sus profecías. Incluso el más escéptico de los lectores tendrá que admitir que el singular documento literario que Nos¬tradamus nos legó abre un abismo de hipótesis como ningún otro libro lo hiciera en el curso de los siglos.

No es intención de este libro hacer un estudio pormenorizado de las pro¬fecías de Nostradamus sino dar una vi¬sión global del método de interpreta¬ción de las Centuries para ofrecer al lec¬tor la posibilidad de interpretar, por sí mismo, los hechos futuros que predijo tan ilustre vidente.

NOSTRADAMUS

ERUDICIÓN Y VIDENCIA

Su vida según Jean Aimes

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⏰ Huling update: Jul 13, 2009 ⏰

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