- Colin, ¿qué ocurre? Helen no está en casa, tú estás de un humor de perros y yo tengo muchas ganas de coger ahora mismo un taxi y marcharme a mi hotel. Así que si no piensas hablar conmigo, me voy.

Colin notó su mirada color esmeralda clavada en sus ojos, esperando una explicación. Estaba cabreada, y tenía motivos para estarlo. Se había comportado como un idiota con ella desde que salieron del set. Además, no podía mentirla. A ella, no.

- Lo siento. Tienes razón. Pero por favor, no te vayas. ¿Nos sentamos?

Jen asintió, y ambos se sentaron en el enorme sofá blanco que presidía el salón. Colin respiro hondo antes de mirar a Jen y empezar a hablar.

- Helen ha cogido a Evan y se ha ido a pasar la noche a casa de Sean y Tanya.

- Pero, ¿por qué? - Jen no entendía nada.

- La llamé antes, desde el set, para decirle que hoy vendrías a casa y que si quería que compráramos algo de picar por el camino. Empezó a decirme que por qué, que apenas habíamos podido estar a solas últimamente y que estaba harta. Siente que me estoy alejando de ella. Intenté tranquilizarla, pero empezó a gritarme y a decir que si tú venías, ella se marchaba. Yo también subí la voz un poco más de la cuenta, nos dijimos cosas y, bueno... - Colin, que había estado mirando sus propias manos mientras hablaba, subió de nuevo la vista hasta Jen, que le miraba atónita.

- Colin, yo... - Jen se había quedado sin palabras. ¿Helen se había ido por ella? - Creo que ahora sí que necesito esa copa. - Y como si estuviera en su propia casa, se acercó al mueble bar y sirvió dos copas de un riquísimo vino blanco. Notaba que le temblaban las manos. ¿Colin la había elegido a ella? "Frena, Morrison, él no ha dicho eso", se dijo a sí misma. Volvió al sofá, y le dio a Colin una de las bebidas.

- Gracias. - dijo Colin, y le dedicó una media sonrisa. Parecía que soltar aquello le había sentado bien. - No quería decírtelo para que no te sintieras incómoda, pero es verdad que he estado muy borde contigo, y no te lo mereces.

- No, tranquilo, lo entiendo. A lo mejor prefieres que me vaya... - "Di que no", pensó.

- Para nada. Agradezco que estés aquí, de verdad. - Y sin pensarlo mucho, alargó su mano y la puso sobre la de Jen, lo que les produjo a los dos algo parecido a una corriente eléctrica. Estaban acostumbrados a tocarse en el set, pero en ese momento estaban completamente solos.

- Sabes que siempre puedes hablar conmigo de lo que sea, Colin.

- Lo sé, Jen. Es sólo que... - "Es sólo que Helen intuye que siento algo por ti y es lo que ha desencadenado todo esto, y no sé cómo reaccionarías si te lo cuento". Eso fue lo que Colin pensó, pero en voz alta dijo otra cosa. - Es sólo que no quería estropear la noche. Me apetecía mucho que vinieras y tomar algo tranquilos.

- Y a mí. Pero si eso va a suponer un problema para... bueno, para Helen... yo no quiero complicarte la vida.

- No me la complicas. En realidad, haces mi vida mejor.

E inmediatamente, Colin se arrepintió de haber dicho aquello sin pensar. No porque no lo sintiera, sino porque temía haber ido demasiado lejos. Pero entonces vio cómo las mejillas de Jen se teñían de rojo, cómo sus ojos verdes se iluminaban, y cómo tenía que morderse el labio inferior para evitar sonreír ampliamente. Dios, era tan perfecta...

El ambiente se había llenado de una tensión extraña. Como antes de que la llamada de Julia les interrumpiera esa mañana, estaban sentados juntos, muy cerca. La mano de Colin seguía sobre la de Jen, y había empezado a acariciarla muy suavemente con el pulgar. Jen se fijó en que el pecho de Colin se movía un poco más rápido de lo normal al respirar, y su boca entreabierta... aquella boca le provocaba unos pensamientos que hacían que toda su piel ardiera. Quería besarle, y una mujer como Jen sabía cuándo algo así era recíproco, y no había más que mirar a Colin para confirmar que lo era. Pero alguien tenía que pensar racionalmente en aquel momento, y fue Colin.

Amar nunca es un errorWhere stories live. Discover now