¿ Qué pasara cuando ya no pueda ocultarlo?

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A la mañana siguiente, Dunk tardó mucho en levantarse.

No porque quisiera quedarse en la cama, sino porque el cuerpo no le respondía igual. Cada movimiento dolía. Girarse, sentarse, incluso respirar profundo le recordaba la noche anterior.

Se miró al espejo del baño y se quedó quieto.

Tenía el pómulo inflamado, la piel morada tirando a verde. El labio partido. Marcas oscuras en el cuello que no se podían justificar con torpeza. Los brazos llenos de moretones, algunos pequeños, otros grandes, como si alguien los hubiera apretado con rabia.

Se tocó despacio.
Le ardía.

Se puso una sudadera grande, mangas largas, cuello alto. Aunque hacía calor. Aunque se sentía ridículo. Prefería sudar que explicar.

Fourth ni siquiera lo miró bien.

—¿Vas a salir así? —comentó—. Pareces enfermo.

—Estoy bien —respondió Dunk, automático.

Fourth tomó las llaves.

—No hagas que la gente pregunte —dijo—. Me da flojera.

En la universidad, nada pasó desapercibido.

La gente miraba. No fijamente, pero lo suficiente. Miradas rápidas que regresaban. Sus amigos se quedaron callados más de lo normal. Un profesor le preguntó si estaba bien cuando lo vio caminar lento.

—Sí —respondió Dunk—. Lo que pasa es que me caí..

Lo dijo sin pensarlo. Ya tenía la mentira lista.

En clase, no podía concentrarse. El brazo le temblaba al escribir. Cada vez que alguien se sentaba cerca, Dunk se encogía sin querer. El miedo ya estaba en el cuerpo, no solo en la cabeza.

En el baño, se encontró con su reflejo otra vez. Esta vez con mejor luz. Las marcas se veían peor de lo que pensaba. No parecían accidentes. Parecían golpes.

Se apoyó en el lavabo y respiró hondo, tratando de no llorar.

Solo fue una noche, se dijo.
No va a volver a pasar.

Pero no se lo creyó del todo.

Al volver al departamento, Fourth estaba sentado viendo su celular. Alzó la vista y frunció el ceño.

—Te ves horrible —dijo—. ¿Alguien te dijo algo?

Dunk negó.

—Más te vale —respondió Fourth—. No quiero problemas.

Dunk fue al cuarto y se sentó en la cama con cuidado. Sentía el cuerpo pesado, como si no le perteneciera. Se dio cuenta de algo simple y devastador: no podía esconderlo mucho tiempo más.

Los moretones tardarían días.
Quizá semanas.

Y cada día que pasara, sería una pregunta sin hacer. Una mirada de más. Una mentira más difícil de sostener.

Esa noche, Dunk se acostó mirando al techo. Le dolía todo. Pero más que el cuerpo, le dolía saber que el daño ya era visible. Que ya no solo vivía dentro de él.

Y aun así, cuando Fourth se metió a la cama y le dio la espalda, Dunk no se movió. No dijo nada. No pidió ayuda.

Solo pensó, con una claridad triste:

Si esto se nota tanto... ¿qué va a pasar cuando ya no pueda ocultarlo?

IF THAT'S HOW I'M GOING TO DIE, I THINK IT'S OKAY ( Joongdunk )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora