≪†∔༎𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑈𝑛𝑜༎∔†≫

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El cielo sobre Hogwarts estaba teñido de un gris que parecía no decidirse entre la lluvia o la melancolía. Harry caminaba por los pasillos de Hogwarts con las manos en los bolsillos, mientras miraba hacia el suelo. Era su último año. El último. Había prometido que sería tranquilo, normal, casi aburrido. Pero la normalidad, para Harry, era como pedirle a un dragón que respirara lavanda.

Esa mañana, las clases fueron y vinieron. Ron le hablaba sin parar sobre el entrenamiento de quidditch. Hermione repasaba los exámenes NEWT con una ansiedad que podía incendiar la biblioteca. Y Harry… escuchaba, pero no estaba ahí.

Al caer la tarde, Harry decidió quedarse en la sala de común de Gryffindor. Necesitaba silencio. Necesitaba pensar. O al menos, intentar. Ese cansancio silencioso de ser siempre el símbolo, el elegido, el que debía. La presión que nunca pidió. La mirada esperanzada de todos, como si fuera una estatua viviente de valentía. ¿Qué pasaría si un día no quería serlo más? Ese pensamiento, fugaz y venenoso.

Cayó la noche, los demás se fueron a dormir, mientras tanto, Harry se quedó mirando a través de la ventana del dormitorio. La luna brillaba, el clima cálido, frío y silencioso, estaba todo tranquilo, muy tranquilo.

Sus ojos seguían fijos en la cálida y fría noche, pero Harry decidió que ya debía de dormir, ya que no quería levantarse tarde para no perder otra clase más. Se acomodo, se arropó con las sábanas y luego, poco a poco el sueño fue inundado, las pestañas le pesaban, hasta que se quedó dormido.

Pero al momento que se durmió, tuvo un sueño confuso, estaba en un lugar sin luz, todo estaba oscuro, Harry miro alrededor del lugar, mientras su respiración se agitaba un poco, pero logró mantener la calma. Hasta que escuchó una voz que tenía un tono despierto. Cercano. Impaciente.

—¿Quien es? —murmuró Harry, sin reconocer del todo la forma en que su propia voz parecía quebrarse por dentro.

Harry miro a todos lados, hasta que se encontró enfrente de un espejo, el reflejo de Harry se mostraba en él, mientras esté se quedaba mirando fijamente, esperando algo o que muestre algo que hace que aparezca de repente, pero justo se escucha la misma voz.

—Lo que siempre fue tuyo...—

La imagen de Harry en el vidrio sonriendo. Una sonrisa que él no hizo. Lenta, helada, con una seguridad casi aristocrática.

Él dio un paso atrás, no sabía lo que pasaba simplemente se quedaba callado, mirando... Entonces vio la marca, no en su piel, sino en el reflejo: oscura como tinta recién vertida, serpenteando en el antebrazo de ese otro Harry. Ardía, viva, fascinante… Y, de algún modo, como si la hubiera estado esperando desde hacía años sin admitirlo jamás.

El reflejo alzó el brazo, mostrándole con orgullo. Harry sintió un latido extraño en su propio brazo, como si algo dormido despertara bajo su piel.

—N-no. Eso no… —susurró con voz temblorosa, no terminando su frase por el shock que estaba sintiendo en ese momento, era imposible lo que mostraba el espejo. El reflejo de Harry inclinó la cabeza.

—Toda tu vida fuiste moldeado por otros. Dumbledore. Hogwarts. “El elegido”. Nunca te preguntaron si querías ser el héroe. Pero yo sí te pregunto: ¿no estás cansado? ¿No querés elegir tú por primera vez?

Fue entonces cuando Harry lo sintió: una presencia detrás de él. No un cuerpo. No una sombra. Una intención. Vieja. Poderosa. Antigua como un susurro prohibido. Un segundo susurro llenó la habitación, esta vez con claridad de puñal:

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⏰ Última actualización: Nov 18 ⏰

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