La noche era fría, y el bosque olía a tierra mojada y las hojas crujían con el aire. Alex apretó el rifle contra su hombro, notando cómo sus manos temblaban y sudaban a pesar de que trataba de mantener la calma. A sus diecisiete años, esta sería su primera cacería oficial, un rito que marcaría su transición de aprendiz a cazador verdadero.
Mientras avanzaba junto a su familia, la oscuridad del bosque lo envolvía, y cada crujido de ramas bajo sus pies hacía que su corazón latiera más rápido. Su padre, alto y firme, caminaba unos pasos adelante, la linterna en mano y la mirada fija en la penumbra. Detrás de ellos, su madre,dos de sus tíos y primos seguían en silencio, cada uno con la expresión tensa de quienes conocían bien los peligros que se escondían en la noche.
—Respira, Alex —dijo su madre, ajustándole la bufanda—. Recuerda, no estás solo. Estamos aquí contigo.
—Sí… lo sé —murmuró Alex, tragando saliva mientras avanzaba—. Solo… no quiero fallar.
Su primo mayor, Jake, lo miró con media sonrisa:
—Vamos, no es para tanto. Solo apunta y dispara, como te enseñé el verano pasado.
—¡Ja! Fácil decirlo porque tú ya llevas un año cazando—replicó Alex, intentando sonreír aunque la tensión le apretaba la garganta—. Esto es diferente… de noche, en el bosque…
—Diferente o no, chico, hay que aprender —intervino su padre con voz firme, acercándose—. Y aquí es donde demuestras si tienes lo que se necesita.
Alex tragó saliva. Su padre, aunque no era agresivo, emanaba autoridad. Cada palabra suya llevaba un peso que hacía que Alex se enderezara y enfocara su mente.
—Papá… ¿y si… no puedo? —dijo Alex con un hilo de voz, ajustando nerviosamente el rifle—. ¿Y si la cago?
Su padre se agachó, poniéndose a su altura y clavando la mirada en sus ojos.
—Alex, escuchame bien —dijo con firmeza tomándolo de los hombros—. Nadie empieza siendo perfecto. Los cazadores no nacen sabiendo. Se hacen, paso a paso, disparo a disparo. Lo que importa es que aprendas a mantener la calma, que controles tu miedo. No quiero que te bloquees. Confío en ti.
—¿Confías en mí… de verdad? —preguntó Alex, con un dejo de incredulidad.
—Sí. Pero confía en ti también. Eso es lo que te hará fuerte.
Unos pasos adelante, su madre sonrió suavemente:
—Vamos, Alex. Si tu padre cree que puedes, yo también. Y tus primos… bueno, no me hagas mentir, chicos, ¿creemos que Alex puede?
—Sí, claro —dijeron los primos al unísono, con sonrisas de apoyo mezcladas con un poco de burla—. Vamos, Alex, no nos decepciones.
—¡Maldita sea! —murmuró Alex entre dientes, medio riéndose, medio nervioso—. Si fallo, me van a recordar toda la vida.
—Entonces no falles —dijo su padre, clavando la mirada de nuevo—. Apunta. Dispara. Y si dudas… respira. Solo respira ya basta de plática y más acción.
En ese momento una sombra enorme apareció de entre las sombras y los enormes árboles frondosos que había a su alrededor,todos querían ver si Alex estaba listo por lo que le dejaron que hiciera el primer disparo.
—¡Vamos Alex dispara muchacho!—dijo su padre listo para disparar si se complicaba la cosa.
Alex cerró los ojos un instante, recordó todo lo que su familia le había enseñado: cómo calcular la distancia, cómo anticipar el movimiento del objetivo, cómo mantener la calma cuando todo a su alrededor parecía quererlo intimidar. Abrió los ojos, apuntó y disparó.
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🌕Secretos a Media Noche 🌕
FanfictionDicen que en Nueva York la luna no solo ilumina... también elige a sus víctimas. Los cazadores salen cuando el bosque calla, y los aullidos marcan el inicio de la cacería. Alex Browning fue criado para eliminar monstruos. Su familia lleva generacion...
