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Esa parecía una maldición, una de la cual el país del sol naciente era culpable.

[Jaeren]

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«Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó a traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó…»

Las inquietantes palabras del japonés dejaron una apertura en sus sentidos que la mayoría del tiempo estaban enfocados en particularidades. No supo cómo sucedió, Renjun ya se encontraba divagando en aquella leyenda que fue relatada con una prosa malditamente atrayente. Cierto es que hace un tiempo escuchó algo parecido en alguna parte, pero poco le importó en su momento y oírlo de la voz de su origen fue el clavo que hacía falta para ponerlo al tanto. Presa de sus pensamientos miró sus manos, clavando su mirada fría en uno de sus dos meñiques; se dio la media vuelta para retirarse del lugar, dejando a los demás detrás de él.

A su lado pasó una persona que quizá era otro trainee pero ninguno prestó atención a la presencia del otro. Sin embargo, el que sus manos pasaran casi rozándose no podría ser una mera casualidad.

Solo podía pensar en el final de su famoso hilo rojo. Al principio del relato, creyó que se trataba de algo demasiado estúpido hasta que su imaginación comenzó a poner de su parte para convencerlo de que su hilo correspondía a alguien fuera de todos los medios y la fama. Con esperanzas surgiendo en su interior, Renjun se fue a descansar a su habitación, pues a las 6 de la mañana debía asistir a un ensayo para su debut. A diferencia de otros varios compañeros, él aún estaba luchando por no perder su lugar. Y pese a su expresión cansada por el continúo trabajo, dentro de él seguía manteniendo una extraña corazonada que surgió después del relato.

Si de algo estaba seguro, era de que no aceptaría a cualquier persona, aunque eso le costara tapar ese sentimiento con todas sus fuerzas. Aunque tuviera que luchar contra el mismo destino.

Un suspiro avisó del futuro dolor de cabeza que se le vendría. Para su suerte, el dormitorio no estaba demasiado lejos y Jisung comprendía muy bien el concepto de espacio personal (o quizá, demasiado bien). La incertidumbre de su debut, el convivir con varios miembros e incluso la misma novedad del concepto del grupo lo alteraban. Temía por su futuro. Para añadirle a la fórmula, el relato de Yuta lo tenía pensando como damisela.

Silencio sepulcral como una ciudad en medio de la nada. Sus pasos fueron rápidos, pero pesados; los chicos que se cruzaron en su camino lo miraron extraño, pues la alineación oficial de NCT Dream ya se había dispersado como agua en río. Tal vez un baño lo ayudaría a relajarse y meditar mejor. La ansiedad y angustia estaban acabando por arruinar un momento que estaba esperando desde el primer día que pisó el país. No era propio de él. Y como era de esperarse, Jisung ya dormía plácidamente.

Tragó aire. Pasaron alrededor de quince minutos antes de estar listo. Se puso una playera gris, tres veces su tamaño y un short. Sí, el agua caliente logró calmarlo de principio y para cuando llegó a su cama, tenía tantas ansias por cerrar los ojos. Al principio todo resultó normal, solo se trataba de un oscuro fondo que dentro de poco se transformó en la habitación. De inmediato reaccionó y abrió los ojos, buscando una respuesta coherente al levantarse, pero lo único que logró fue sentir una punzada en la cabeza, seguido, escuchó la voz de Nakamoto.

«Cuenta la leyenda que existe un hilo rojo del destino, el cual nunca se rompe pues es el que nos une a esa persona que marcará nuestras vidas hasta la muerte.»

No quería escucharlo. En su travesía por regresar a la cama, sintió un fuerte escalofrío, como si saliera al exterior luego de estar dentro de un recipiente; se giró, encontrando su cuerpo dormido y recostado en la cama. No entendía nada de lo que ocurría. Bajó la mirada, su vestimenta era exactamente la misma. Trató de tocarse a sí mismo, pero su mano atravesó su cuerpo sin éxito alguno. En ese momento quiso gritar por ayuda, hasta que vio una peculiaridad que lo dejó sorprendido, incluso más que cuando se vio igual que un fantasma; en su meñique yacía un hilo color carmín.

linum | jaerenWhere stories live. Discover now