Se lo pasé a John B con las manos que todavía temblaban un poco. Él la sostuvo entre los dedos, mirándola como si pudiera leerla con la luz que entraba por la grieta de la cripta. Desde la entrada escuché a Pope decir, sin mucho entusiasmo:
—Eso no es oro.
Kie y yo salimos de la cripta juntas. Ella se quedó junto a Pope y John B en la entrada, mirándolo todo con esa mezcla de curiosidad y miedo que la hacía más humana que nadie. Yo me apoyé contra la piedra fría del exterior, tratando de ordenar las imágenes en mi cabeza: la palabra Redfield, la brujula, el sobre... todo encajaba y a la vez no encajaba.
Sentí a JJ un poco mas adelante antes de que hablara estaba de pie junto a un montón de escombros, fumando despacio. De pronto lanzó el humo y escupió
—¡Código rojo, código rojo! —susurró, con los ojos abiertos como platos—. Traficantes.
Se dio media vuelta y tomó mi mano sin pedírmelo. Fue un gesto instintivo, protector, y por un segundo me sentí... extrañamente segura. Todos nos pegamos a la pared lateral de la cripta como si fuéramos sombras.
Kie chilló bajo, señalando hacia la oscuridad:
—¡La luz!
Yo miré a JJ. Tenía la linterna de la cabeza encendida, la bolita blanca cortando la noche.
—Apágala —le dije, apenas un hilo de voz.
JJ empezó a apagar su porro y al mismo tiempo yo alcancé y cerré la linterna con la yema de los dedos. El mundo se volvió una mancha de respiraciones contenidas. John B, por su lado, escondió el farol debajo de la camiseta como si fuera un secreto vergonzoso.
—¿Serán ellos? —murmuró Kie, con la voz temblando.
—Yo tengo el arma —dijo JJ, bajo y serio.
Kie no lo pensó dos veces. Murmuró un "a la mierda", me agarró de la mano como si nos arrastrara de la orilla de un abismo, y salió corriendo. No era algo heroico ni una escena de película, era pánico puro con adrenalina como pegamento. La seguí, y detrás nuestro nos seguían los chicos.
La salida fue un caos calculado, John B, Kie , JJ y yo nos lanzamos por encima del muro; Pope, menos atlético y con menos gracia, intentó trepar la reja. Y ahí fue cuando el universo decidió que era buen momento para humillarlo: quedó atascado, con la tela de los pantalones tirando como si fuera una trampa.
—¡Pope! —dije, mientras Kie y yo tirábamos con fuerza.
Él, entre nervioso y desesperado, decía cosas incomprensibles. JJ sacó el arma en un movimiento tan natural que me heló la sangre y apuntó, firme
—Muy bien, no te muevas.
John B corrió hacia él
—¡JJ, no! —le dijo, pero JJ ya tenía la cara cerrada, protegiendo algo que sentía más que pensaba.
Con un último esfuerzo Pope salió, pero no sin precio: los pantalones cedieron en la costura y cayó libre... sin pantalones. Kie y yo no pudimos evitar un ataque de risa nerviosa; Pope, mortificado, se tapó con las manos mientras saltábamos todos hacia la van.
—¡Vamos! —ordenó JJ, mientras yo me colaba y buscaba un hueco para sentarme atrás.
John B y JJ subieron adelante, Pope logró subirse como pudo y Kie se dejó caer a mi lado. Aun con el ridículo de Pope, con su dignidad deshilachada y todo, había algo que nos mantenía unidos: el latido compartido de haber escapado.
El Twinkie arrancó y la oscuridad nos tragó. Miré por la ventanilla y vi las luces del cementerio perderse. Alguien soltó una risa corta Pope, supongo y JJ me miro, como para decir sin palabras que estaba bien.
Luego de llegar del cementerio estábamos en el chateua los cinco.
JJ estaba en la cocina preparándose un pan con mantequilla de maní, y Pope, que acababa de salir del cuarto de John B con un pantaloncillo prestado, le dijo
—Ese pan se llenó de moho hace tres días.
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Between Waves
Romance"Ser la hermana de John B ya es suficiente lío. Pero Liv también guarda un secreto: está enamorada de JJ. Lo peor es que él siente lo mismo... y ninguno se atreve a decirlo. Entre aventuras, huidas y noches bajo las estrellas, lo único que no han en...
