El principio del final.

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Me duele si quiera el recordarme como lo abandoné, cuando juré que nunca lo haría, pero debía hacerlo, no me creía lo suficientemente capaz para mirarlo a los ojos y decirle por última vez que lo amaba, porque, a pesar de que aún lo hacía, Nico había aparecido en mi vida con una vía para hacerme feliz.

Para revivirme y sacarme de mi infierno.

Liberarme de mis demonios y cadenas que me mantenían atada a los recuerdos, esperanzas y sueños que alguna vez creamos y nunca cumplimos... Y ahora, ahora sólo saben a pasado y huelen a tormento de noche con noche.

Lochan.

La única persona que fue capaz de hacerme sentir algo sin si quiera intentarlo.

Lochan.

La única persona que siempre me mantuvo de pie aún cuando él no lo estaba.

Entonces lo inevitable pasó.

Calientes como el fuego que emanaban nuestros cuerpos aquél día. Lentas como nuestro amor. Silenciosas como estábamos condenados a vivir. Dolorosas como amarnos hasta el fin.

Las lágrimas iban cayendo una por una, desplazando aquellos recuerdos a cada parte de mi rostro, haciéndome temblar.

-Lochan. -musité, apretando mis manos contra mi boca, no podía dejar que Nico me escuchara sollozar nuevamente, no otra vez.

Él llegaría en cualquier momento y sabía que verme así no le ayudaría demasiado.

Pero, por más que cerraba los ojos e intentaba concentrarme en parar las lagrimas, la imagen de los ojos de Lochan mirándome fijamente venía a mí, todo él deslizándose contra mí, dejándonos ser uno, en silencio, ambos temerosos, pero la emoción era evidente.

«toc - toc»

Debía dejar de llorar, si no daban respuesta y la pequeña Katie estaba afuera me vería como una madre irresponsable. No sería como nuestra madre.

«toc - toc»

Necesito secar éstas lagrimas, necesito dejar de llorar, nadie debe enterarse de qué pasa dentro de mi interior.

«toc - toc - toc - toc»

¿Y si le ha pasado algo a mi pequeña princesa? No uno menos, por favor.

No esperé a otra llamada de puerta para levantarme de un salto y dejar la taza de café en la mesa; me sequé con el antebrazo los ojos y procuré dejar otra sonrisa falsa, gracias a Dios, ya se me daban bastante bien, mucho tiempo de experiencia ayudaba bastante.

-¡Van! -grité inmediatamente para que, quien sea que estuviese fuera no se retirara.

Me acerqué a la puerta a grandes zancadas, tomé la perilla y la giré, dejando completamente expuesta mi silueta ante la gran figura que tenía enfrente.

Y la sonrisa desapareció, las rodillas me temblaron por debajo del vestido color negro que estaba usando aquél día, aunque estaba segura de que igual se notaría.

-¿Llego tarde a la boda? -susurró.

El rostro se me descompuso en un segundo, las lagrimas advertían con volver a salir de su escondite más seguro y mis nervios estaban a punto de explotar.

-Lochan.

Fue lo único que pude articular entre los temblores de mi mandíbula, no importaba cuanto lo intenté, las lagrimas estaban nuevamente fuera con todo su calor, lentitud, silencio y dolor.

¿Porqué hoy? ¿Porqué justo cuando no puedo dar más?

-Sé lo que p-piensas. -comenzó, a pesar de los años parecía no tener ahora su problema de tartamudez tan grave, al contrario, parecía haberlo mejorado. Ahora tartamudeaba porque no podía controlar las lagrimas al igual que yo-. No sabes cuanto lo lamento, M-Maya, yo...

-• Final alternativo: Forbidden - Tabitha Suzuma •-Where stories live. Discover now