El principio del final.

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Con todo mi amor y cariño para DrammaQueen98 , la única persona que me comprendió cuando nadie lo hacía, justo como Maya lo hacía con Lochan.

Te adoro, pequeño rayo de sol.

#F.

El sol entraba lenta y dolorosamente por la ventana del comedor.

Silencio.

Quizás nunca me había puesto a pensar en como después de casi seis años de largas jornadas entre mis hermanos y la escuela, sería como resultado el silencio. O quizás sí lo sabía, durante pequeños lapsos de tormentosos momentos.

Pero ahora no me podía poner a filosofar, no sabiendo la razón del porqué lo hacía.

-Mamá, saldré a jugar con Tom. -gritó la vocecita irregularmente chillona de la pequeña Katie.

-¿Tom? ¿Cuál Tom? -pregunté sin despegar la mirada de la pared blanca que daba frente a mis ojos, mis cansados ojos, la taza que tendía de entre mis manos estaba comenzando a dar su último respiro de calor.

-Tom, el vecino, ha comprado una nueva consol... ¿Mamá? ¿Estás bien? -inocentemente, dejó caer su muñeca y se acercó dejando un par de pasitos atrás el juguete.

-Estoy bien, cariño. ¿Porqué no vas a -mientras continuaba, comencé a levantarme-, porqué no vas a jugar con Tom? Corre.

- De acuerdo, debo irme, ¿bien? Te veo después.

Y sin decir nada más, sonrió ampliamente y recogió la muñeca del suelo con una agilidad sorprendente, salió de la casa dejando un sordo "Ta Tan" resonando por la habitación.

Katherine Di Marco Whitely.

Tenía los mismos ojos que su padre y también había heredado la forma en que estos brillaban cuando se emocionaba, aunque, para ser sincera, también había heredado su carisma y su forma de ver las cosas.

De mí, había heredado la cabellera larga y castaña rojiza, las pecas inundando sus suaves pómulos y, ¿porqué no presumirlo?, incluso había heredado mi forma de hablar.

Pero había algo en ella que no encajaba perfectamente con nosotros.

Katie era extremadamente aplicada, incluso era la mejor del curso, y no era para más. Nuestra pequeña era una genio, definitivamente que sí, Nico y yo siempre hemos estado sorprendidos por aquello, y no es porque nosotros no fuéramos listos, claro que no.

Nico era un empresario de calidad mundial y yo llevaba los datos de nuestra empresa (cosa que tomé como un reto), pero su inteligencia va mucho más allá.

Más allá de lo que nosotros pudiéramos si quiera pensar.

¿Cómo? No lo sabía, sólo podía decir que me dolía recordar a la ultima persona que había visto con aquellas aptitudes casi únicas.

Lochan.

Su nombre aún estaba tatuado en mi vida con una tinta que quizá nunca podría quitar, pero así era él, para todos: Inolvidable.

Aún no podía olvidar la forma en que me miró cuando le fui a ver la última vez, sus ojos tristes y ojerosos, la herida que se hacía en el labio estaba más infectada de lo normal, su cabello, y todo él en general, parecía haber perdido el color y la vida que había visto cuando... Cuando...

Dolía tanto recordar.

Dolía poder aún sentir tan cercano el tacto de nuestras manos, de nuestros corazones, de nuestros labios, de nuestra piel y estar tan alejados físicamente.

-• Final alternativo: Forbidden - Tabitha Suzuma •-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora