Desde ayer "solucioné" las cosas con Luca, o bueno... temporalmente lo estoy ignorando. Pero vamos, ¿quién no ha hecho eso? No soy la primera ni la última.
Ahora mismo regreso a casa con las compras, subiendo las escaleras como si cargara el peso de toda mi mala suerte en bolsas. Solo espero que el destino no me juegue otra de sus bromitas y no me tope con Clark en el pasillo.
Llego al apartamento... nada de Clark. Un pequeño triunfo, gracias universo.
Noto el silencio, interrumpido solo por el goteo constante en la cocina y el sonido metálico de herramientas. Ah, seguro Ana trajo un técnico.
Justo entonces, la susodicha aparece recién salida de la ducha, con el cabello húmedo y envuelta en toalla.
-Ya volviste... -dice como si no fuera nada del otro mundo-. La cañería se descompuso y traje a Clark para que lo solucione, ¿está bien?
¿Que si está bien? ¡JA! Ni siquiera logro responder cuando el timbre suena. Respiro profundo, dejo las bolsas en el sofá y voy a abrir sin pensar.
Luca. Con su sonrisa coqueta, medio inocente, medio ladina.
Claro... no podía tener un día tranquilo.
-Hola, preciosa... Qué- -su frase muere al instante. La sonrisa se le borra al mirar detrás de mí.
Me giro. Y joder... esto debe ser una broma del destino.
Clark sale de la cocina sin camiseta, sudado, con las manos manchadas de grasa y una toalla colgando del hombro. El cabrón parece sacado de un catálogo de "vecino sexy que te complica la existencia".
Que digo ¿sexy?... quería decir imbécil. Eso.
Levanta la vista, nos ve, y por un segundo se le nota la confusión. Pero enseguida esa sonrisa ladina aparece en sus labios, como si acabara de encontrar la manera más divertida de arruinarme la vida.
Me volteo hacia Luca, que me mira como si yo fuera responsable de la hambruna mundial.
-¿Qué demonios es esto, Valeria? -escupe con rabia.
-No es lo que parece... -balbuceo, sin saber qué demonios decir. Giro buscando a Ana... y, sorpresa: desapareció. La mujer que me mete en líos decide borrarse justo ahora.
-¿¡Qué es lo que parece, Valeria!? -presiona Luca, cada vez más cerca.
-Parece lo que estás viendo, amigo -interviene Clark con esa sonrisa traviesa que me dan ganas de arrancarle a bofetadas.
-¡No ayudas, Clark! -le siseo entre dientes.
-Yo no soy tu amigo, imbécil -revira Luca, cada vez más rojo. Y encima se mete al apartamento sin permiso.
-¡Ana, carajo! ¡Ven aquí! -grito, desesperada.
Ella aparece desde su cuarto, todavía con la toalla, confundida.
-¿Qué pasa? ¿Por qué tanto barul-? Oh... mierda.
Clark, por supuesto, decide que la situación todavía no es lo suficientemente ridícula.
Levanta las manos como si nada.
-Oye, yo solo dije lo que parece. Las chicas necesitaban un hombre que solucione esto por ellas.
Resaltando la palabra hombre. Bravo, genio.
-¿Por eso me evitabas? ¿Estabas pasando tiempo con este? -me acusa Luca, apuntando a Clark.
-Este tiene nombre -responde Clark, esta vez más serio.
-¡Ok, ya! -exclamo exasperada-. Clark vino a arreglar la cañería, yo no lo llamé... ¡fue Ana! ¡Díselo, Ana!
-Yo... sí, yo lo llamé -confiesa mi roommate, con la sonrisa nerviosa más patética del mundo.
Luca respira hondo por la nariz, todavía molesto.
-Hablaremos en diez minutos. Soluciona esto. -Y sale del apartamento, cerrando de golpe.
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Mi Mala Suerte Tiene Tu Nombre
Romance¿Y si tu mala suerte tuviera nombre, cara de amargado y te mirara como si odiarte fuera su pasatiempo favorito? pues el de Valeria se llama Clark O'Conner. Y es guapo. Muy guapo. Demasiado guapo para ser tan insufrible. Valeria Connors ya aceptó que...
