Invisible String. 𝒇𝒕 victor | zombies 4: the dawn of the vampires

𝐜𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐫 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭 ❝the eternal night ❞

— ¿No te preocupa que los Daywalkers nos miren?

— No — respondí enseguida, firme — No me importa.

Victor me miró unos segundos. No dijo nada. Solo se inclinó un poco hacia mí y me dio un besito. Corto. Directo. Como si no hiciera falta más.

Después nos sentamos juntos en uno de los troncos cerca del fuego. El calor no alcanzaba para espantar el frío, pero al menos ayudaba. Me quedé al lado de él, en silencio. Nadie hablaba fuerte, todos estábamos esperando lo mismo.

Noticias de Zed.

Victor tomo mi mano, plantó un beso en mis nudillos, sonreí. Abracé su brazo, ya era de medianoche, empezaba a hacer frío. Vi como algunos Daywalkers y Vampiros nos miraban. No me gusta mucho la atención.

— ¿Pasa algo? — Me preguntó mirándome con esos ojos lindos que tiene.

— Nos miran — Hable.

— Pensé que no te importaba — Dijo el con una sonrisa.

— No me importa — Le dije muy segura, el asintió y tocó mi nariz con la punta de su dedo. Sonreí. Escuchamos la cabaña de la puerta abrirse. Era Addison, bajo las escaleras de madera dirigiéndose a nosotros.

— ¿El va a estar bien? — Pregunté, ella me miró con una sonrisa y asintió. No se veía muy segura. Parecía triste muy triste. La mire con pena, Victor acarició mi espalda. Addison se sentó en el tronco al lado de la fogata con la mirada perdida.

— Seguramente lo estará — Habló Victor, yo asentí. Sostuve mi collar, me sentía diferente.

Victor me acariciaba la espalda con calma, lento, como si supiera que necesitaba eso. El fuego frente a nosotros crepitaba, y el aire cada vez era más frío. Me acurruqué más contra su brazo, cerrando los ojos un segundo.

Todo parecía calmo.

Pero de golpe... no sé cómo explicarlo.

Fue como si alguien hubiera apagado la luz.
Abrí los ojos.

Todo seguía igual... pero no.

El fuego seguía delante mío, pero se veía opaco, sin color. Todo se volvía gris, y después negro, como si una sombra se deslizara sobre el mundo. El murmullo del viento, las voces de fondo, el crujido de la madera... todo se apagó.

No escuchaba nada. Solo una cosa.

Una voz femenina.

No sé de dónde venía. No sonaba fuerte, pero la sentía adentro, como si me hablara directo al cuerpo, o al pensamiento.

— Llámame....

— Y te llevaré a la noche eterna...

Tragué saliva. Quise parpadear, pero no estaba segura de si lo estaba haciendo. Sentía los ojos raros, calientes, como si se encendieran por dentro. El aire se volvió denso, como si no pudiera respirar bien.

Me llevé la mano al pecho. No me dolía. Pero tampoco me sentía yo.

— Llámame....

— Y te llevaré a la noche eterna...

Entonces, sentí algo. Una presión en el brazo.

— Hey — la voz de Victor, cerca mío. De verdad. Real. Presente — Delia, ¿estás bien?

Parpadeé. Otra vez. El fuego recuperó su color. El ruido volvió. Sentí el calor del tronco bajo mí, el peso de su brazo.

Lo miré. Su cara mostraba algo entre preocupación y sorpresa.