── 𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐒𝐓𝐑𝐈𝐍𝐆 .ᐟ ➤ ❛Delia lo reconoció antes de que siquiera dijera una palabra. No porque lo conociera, sino porque ya lo había visto. En sueños. En destellos. En visiones que no le pertenecían❜
❛Victor también se detuvo al ver...
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'𝚟𝚒𝚌𝚝𝚘𝚛 𝚟𝚊𝚗 𝚍𝚘𝚛𝚝'
Estaba de mal humor. No sabía si era el calor, el viaje largo o el hecho de haber visto a Delia —esa chica con la que sueño, literalmente sueño— tomada de la mano con ese Daywalker idiota. Me molestó. Mucho más de lo que debería.
— ¿Todo bien bro? — La voz de Vargas me saco de mis pensamientos. Se acercó caminado a mi lado, mirándome de reojo con una ceja levantada.
— ¿Eh? — Respondi algo desconcertado
— Estas raro desde que llegamos y vimos a los solecitos — Dijo con una sonrisa burlona. Así les decía a los Daywalkers, y me hizo fruncir el ceño. Seguimos caminando hacía el campamento.
— Estoy bien — Mentí mirando al frente.
— Cuéntame, somos amigos — Insistió empujando mi hombro con el suyo. — Desde la cuna.
Suspire. Dude por un momento y al final lo solté:
— Delia.
— ¿Qué? — Dijo frunciendo el ceño sin entender.
— La hija del líder de los Daywalkers.
— ¿Qué sucede con ella?
— ¿Viste como estaba tomada de la mano con ese...? — Me calle por un segundo, apretando la mandíbula. No quería ni saber su nombre.
— ¿Qué pasa Victor? ¿Te pones celoso por la nena solar? ¿Te enamoraste de un foco con patas?
— No dije eso — Repliqué enseguida, aunque la ira me ardía en el pecho
— Pero, bueno... tal vez es el novio. Igual, ¿a ti que te importa, eh? Piensa un poquito. — Dijo con una sonrisa cargada de ironía — Es una Daywalker. ¿O ya te olvidaste que los vampiros y los solecitos no se mezclan?
— ¡Ya lo se! Lo tengo bien claro — Dije demasiado rápido.
— Si claro, se nota — Río el — Te tiene mal la rubia esa.
— Oh, no sé. Qué sé yo. Me enoja un poco. No sé ni por qué siento esto — admití, pasándome la mano por la nuca. Me molestaba más todavía no poder entenderlo.
— Tal vez porque sueñas con ella todas las noches, Victor. No quiero saber que tipo de sueños tienes con ella... — bromeó Vargas — Capaz tu subconsciente se puso medio romántico y no te avisó.
Rodé los ojos.
— Cierra la boca.
— Dale, bro, si quieres le pateo al soleado ese para que la suelte — dijo entre risas.
— No me hagás hablar — murmuré.
Pero mientras seguíamos caminando, no podía sacarme esa imagen de la cabeza. Delia. Su sonrisa. Su mano agarrando la de ese... ese Soleadito. Y esa extraña presión en el pecho que no me deja tranquilo.
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