Capítulo 4: ¡No pelearé por un chico!

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―Es una lista de preguntas, la escribí en la cafetería mientras tú platicabas con la Barbie Plástica y no dejabas de mirar a Alex, ahora si me permites― extiende la servilleta nuevamente.

― ¿Hablas de un cuestionario?―frunzo el ceño tratando de mantenerme lo más seria posible, sin embargo en mi tono de voz se podía notar un atisbo de diversión, de lo cual, lamentablemente ella se da cuenta, ya que al decir esto se cruza de brazos poniéndose derecha para después esquivar mi mirada ofendida―. ¿Vas a entrevistarme o algo así?

―Sí...eso―dice de mala gana―. Ahora si me disculpas...

―Yo no contestaré ninguna pregunta―de nuevo no le permito terminar sus palabras, al contrario, esta vez la imito y me cruzo de brazos también, colocándome en mi pose de diva, o al menos un intento de ello.

―Bien, las he escrito para nada entonces―con sus manos convierte la servilleta en una pequeña bola de papel y la arroja al suelo con fuerza; esta sólo rebota un par de veces antes de ser arrastrada por el aire―. Si no vas a contestar mis preguntas entonces... ¡Deja de hacerlo!―exclama histérica cambiando completamente su tono de voz, zapateando sus tacones y cerrando los puños a sus costados.

― ¿Hacer que?―la miro confundida sin saber a qué diablos es lo que se refiere la maniática frente a mí.

―Alex.

― ¿Alex?―digo incrédula. La chica asiente repetidas veces―. ¿Estás diciéndome todo esto porque temes que le guste a un chico?...―dejo soltar una carcajada―. Por Dios Adelí...

―Tu sabes de lo que estoy hablando―abre los ojos como platos―. Lo que pasa es que estás celosa de que yo pueda tener al chico que quiero y tú no―una sonrisa triunfante tira de sus labios, extendiéndose por su rostro.

― ¿Pero qué dices?―digo ligeramente ofendida, comenzaba a molestarme, sentía como la rabia crecía en mi interior mientras la mirada de la chica frente a mi permanecía en mi persona, observándome con diversión―. Primero...―trato de tranquilizarme, pero la sonrisa de Adelí se ensancha aún más provocando una tonalidad carmín esparciéndose por mis mejillas, el que me mirara de esa manera, como si le divirtiese todo esto, me volvía loca, me hacía sentir humillada, me enfadaba como los mil demonios, y yo estaba consciente de todo esto, sabía que si no me iba en ese instante para tratar de tranquilizarme, sería demasiado tarde y pronto saldría humo de mis oídos―. Lo acabo de conocer y segundo...―suspiro sacando el aire que tenía acumulado para después abrir los ojos encontrándome con la mirada de malicia de la hija del alcalde―. ¡Yo no soy como tú...yo no voy detrás de cada chico que se me topa en frente!―grito ahora enfurecida, las palabras habían salido de mi boca por sí solas, y aunque sabía que muy pronto me arrepentiría, por ahora sólo quería gritarle aún más y que ella me gritase también para así poder callarla de una buena vez―. ¿Qué es lo que te pasa?...―Dejo de hablar en cuanto diviso a una figura bajando de un auto que acaba de estacionarse a aproximadamente doce metros de nosotras.

Era Él.

Sus hermanos le seguían por detrás y en cuanto nos ven, caminan en nuestra dirección.

Deja de mirarlo Sarah...

Pero no podía hacerlo, había una extraña fuerza que me impulsaba a mirarlo, a hablar con él, a estar con él, y el no saber la razón de todo eso de algún modo me enloquecía.

― ¿Ves de lo que hablo?―la voz de Adelí logra sacarme de mis cavilaciones, me vuelvo hacia ella rápidamente y la observo cruzándose de brazos al darse cuenta de mi mirada puesta en el chico de ojos azules―. Sólo voy a decirte una cosa Sarah―esboza una sonrisa malvada, sí, malvada, de esas que logran helarte la sangre. Da un paso en mi dirección y se acerca hasta quedar a pocos centímetros de mi oído―. Tú no tienes ninguna oportunidad con él ni la tendrás, jamás―susurra lo suficiente fuerte para que sólo yo escuche

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